En
varias especies, las hembras prefieren a aquellos machos que son más
simétricos, lo que ha sugerido que el grado de asimetría guarda información
valiosa respecto a la calidad de una pareja potencial. Sin embargo, la
diversidad de estudios y resultados respecto a este tema parece más bien
sugerir que se entiende poco acerca de los factores que determinan la asimetría fluctuante.
Uno
de los aspectos que no son claros, es la forma en la que el estrés ambiental
afecta la asimetría de caracteres. Por ejemplo, es posible que el estrés
afecte a los individuos de forma diferente dependiendo de su carga genética o
que los individuos tiendan a optimizar otras características a expensas de su
asimetría.
Aprovechando
la existencia de 4 tamaños de peces (donde el tamaño parece estar determinado
genéticamente), un grupo de investigadores de México y Estados Unidos averiguaron
si la asimetría en ciertos genotipos indicaba la optimización de la tasa de
crecimiento sobre un desarrollo inestable o poco óptimo.
Para
ello criaron varios grupos de peces machos de la especie Xiphophorus
multilineatus a los que les midieron la asimetría de sus barras
verticales, ya que en estudios previos ya se había observado que las hembras
parecen preferir a aquellos machos con barras simétricas. También, expusieron
a un grupo de machos a una alimentación de alta calidad (y a otros no), midieron
los patrones de sus otolitos
(indicadores de problemas en el desarrollo) y evaluaron su atractivo (de
acuerdo con la preferencia de las hembras).
Es
posible que en ciertas circunstancias ser grande rápidamente sea mejor que
ser simétrico, por ejemplo, cuando el riesgo de depredación es alto. En esos
casos las hembras deberían preferir a los machos grandes y en consecuencia
ser asimétrico sería un indicador de “buenos genes”.
Bajo
la luz de lo anterior, los autores sugieren cautela a la hora de evaluar la simetría
y su atractivo. Después de todo, la preferencia de las hembras puede variar
dependiendo del contexto, tal y como sucede para otros caracteres
involucrados en la selección sexual.
Artículo de referencia:
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sábado, 5 de mayo de 2012
Se puede ser asimétrico y aun así ser sexy
sábado, 15 de enero de 2011
Monopolios, mercados biológicos e intercambios sexuales en babuinos
El intercambio de beneficios sociales no es exclusivo de los humanos. En el mundo animal existen -en numerosas especies- una multitud de oportunidades de intercambio social, tal es el caso de la cooperación. Diversos modelos han sido desarrollados a propósito y nuevas formas de acercarse al tema son implementados por ecólogos de la conducta alrededor del mundo. Incluso algunas teorías económicas permearon (exitosamente) en la biología, tal es el caso de la teoría de los mercados biológicos. Según dicha teoría los actos cooperativos son “mercancías” que pueden ser intercambiadas de acuerdo con la oferta y la demanda ejercidas por las clases participantes. Algunos estudios han explorado dicha propuesta y se ha encontrado –de formas simples y elegantes- que los mercados biológicos parecen existir en el mundo animal. Por ejemplo, en un mercado biológico relacionado con la reproducción machos y hembras representarían las clases involucradas. En aquellas especies donde existe fertilización interna, las hembras serían la clase en desventaja. Es decir, el costo de una cópula –por la consecuente preñez- sería mayor para ellas tanto en recursos como en tiempo. Entonces, dado que las hembras serían las poseedoras del gameto valioso también podrían ser las que pudieran obtener beneficios extra a cambio del acceso a sus favores sexuales. Cuál es la clase en ventaja y cuál en desventaja en un intercambio es importante dentro del marco de los mercados biológicos. La asimetría entre las clases puede determinar la forma de los intercambios. En interacciones donde existe cierta asimetría –por ejemplo, entre los peces limpiadores y sus clientes- las víctimas pueden ser menos vulnerables a la explotación cuando tienen la posibilidad de terminar la interacción. En consecuencia, el explotador tendría más cuidado –y debería procurar no excederse- ya que la víctima tendría la posibilidad no solo de limitar la explotación sino también de eliminar la posibilidad de interacciones cooperativas futuras. Pero si la clase en desventaja no tuviera el control sobre la terminación de las interacciones la historia sería otra. El acicalamiento (grooming) en los primates puede ser considerado como una mercancía por los beneficios higiénicos y hedonísticos que proporciona a aquellos que lo reciben. En un estudio con babuinos chacma (Papio hamadryas ursinus) se encontró que los individuos pueden intercambiar acicalamiento de forma recíproca o bien, para tener acceso a otras mercancías como la manipulación de crías pequeñas. El tiempo que las madres eran acicaladas variaba en función del número de crías disponibles. Es decir, otros miembros del grupo estaban dispuestos a “pagar” con mayor acicalamiento cuando las crías escaseaban. Recientemente, Parry Clarke, Jo Halliday, Louise Barrett y Peter Henzi se preguntaron si la teoría de mercados biológicos podría también explicar el intercambio sexual entre machos y hembras del babuino chacma y si, en este caso, el acicalamiento también funcionaba como mercancía. Para responder a ésto utilizaron un montón de datos que obtuvieron en campo y varios modelos matemáticos; sus resultados fueron publicados a finales del 2010 en la revista Behavioral Ecology. En varias especies se ha visto que los machos intercambian ciertas mercancías o recursos para tener acceso a los favores sexuales de las hembras. Por ejemplo, los chimpancés intercambian alimentos a cambio de cópulas. De acuerdo con esto uno podría esperar que dichos intercambios respondieran a, por ejemplo, el número de hembras receptivas sexualmente en un momento dado y al número de machos que compitieran por ellas. Sin embargo, los machos podrían no estar interesados en intercambiar beneficios con las hembras si pudieran apropiarse de los recursos en discordia (beneficios sexuales) por la fuerza. En otras palabras, la coerción sexual puede ser una estrategia que eliminaría la necesidad de establecer intercambios cooperativos. Esto podría ocurrir en aquellas especies –como los babuinos chacma- en los que los machos son mucho más grandes que las hembras y, por lo tanto, pueden ejercer la coerción de forma más exitosa.
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Clarke, P., Halliday, J., Barrett, L., & Henzi, S. (2010). Chacma baboon mating markets: competitor suppression mediates the potential for intersexual exchange Behavioral Ecology, 21 (6), 1211-1220 DOI: 10.1093/beheco/arq125
jueves, 5 de agosto de 2010
Casarse puede ser muy buena idea
En numerosas especies de aves y mamíferos, donde las crías requieren de cuidados por períodos prolongados de tiempo, la formación de parejas estables parece ser indispensable para la crianza exitosa. Los humanos pertenecemos a este tipo de especies. Las crías humanas son particularmente costosas por dos razones principales. Primero, los cerebros inusualmente grandes que nos caracterizan requieren bastantes recursos para su crecimiento y mantenimiento. Segundo, se cree que el tamaño de nuestro cerebro ha sido además un factor determinante para que evolucionara un prolongado período juvenil en nuestra especie. Entonces, una reproducción exitosa requiere de una inversión de recursos considerable –en términos de comida, vivienda y otras costosas formas de cuidado- durante un tiempo prolongado. Cualquiera que tenga hijos puede dar fe de esta afirmación. La vulnerabilidad de las crías humanas implica entonces que el establecimiento de una relación de pareja estable sea un factor determinante para que exista una reproducción exitosa, es decir, para que las crías sobrevivan hasta la edad reproductiva. El establecimiento de parejas estables –como el matrimonio- es probablemente no solo una característica de las sociedades contemporáneas, si no una parte integral de la evolución humana. El estado marital, sin embargo, es rara vez considerado en los estudios que evalúan la fecundidad en poblaciones humanas. En un estudio dirigido por Virpi Lummaa de la Universidad de Sheffield, Inglaterra, se consideró precisamente la influencia del estatus marital en la fecundidad femenina en una población finlandesa histórica. Aunado a lo anterior, los autores desarrollaron un modelo para evaluar cuál sería la intensidad de la selección natural en la fecundidad femenina por categorías de edad. El estudio fue publicado este mes en la revista The American Naturalist.
El hecho de que los hombres mayores con estatus socioeconómico alto se casaran con mujeres jóvenes no es una novedad, ya que otros estudios en otras sociedades han encontrado lo mismo. En términos generales se puede decir que los riesgos asociados a casarse con maridos de mayor edad (como el riesgo de enviudar) parecen no ser tan graves cuando se toman en cuenta los potenciales beneficios de casarse con un hombre de estatus socioeconómico alto.
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Artículo de referencia:
Gillespie, D., Lahdenperä, M., Russell, A., & Lummaa, V. (2010). Pair‐Bonding Modifies the Age‐Specific Intensities of Natural Selection on Human Female Fecundity The American Naturalist, 176 (2), 159-169 DOI: 10.1086/653668
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