Es cada vez más claro que los adornos u ornamentos masculinos, presentes en diversas especies, son efectivos debido a que explotan sesgos sensoriales preexistentes. Es decir, los machos de algunas especies podrían haber evolucionado ornamentos para los que las hembras estuvieran predispuestas a responder, por ejemplo, aquellos relacionados con la detección de alimento.
Lo anterior había sido una hipótesis respecto al costo potencial en el que las hembras incurren al responder a ornamentos masculinos, pero no había sido demostrado hasta hace muy poco. Fueron Constantino Macías García y Yolitzi Saldívar Lemus, del Instituto de Ecología de la UNAM quienes demostraron que en varias especies de peces godeidos las hembras incurren en costos negativos al responder a la atractiva cola de los machos de dicho grupo de peces. Las especies consideradas en su estudio fueron Chapalichtys pardalis, Ameca splendens, Xenotoca variata, Xenoophorus captivus, Xenotoca eiseni y Characodon audax.
Los machos se verían beneficiados con la utilización de estas “trampas sensoriales” porque, como resultado, las hembras se verían atraídas a ellos, incrementando las oportunidades de apareamiento.
Sin embargo, si las hembras estuvieran respondiendo a ornamentos que imitan presas esto podría significar un costo para ellas ya que podrían dejar de responder al modelo original (el alimento) del que el ornamento obtiene la ventaja. En consecuencia, las hembras podrían perder valioso tiempo de alimentación distraídas por los ornamentos masculinos.
|
|
En los godeidos los machos tienen una banda amarilla vertical en su aleta caudal (cola) que asemeja a las larvas de algunos caballitos del diablo, uno de los alimentos favoritos de estos peces.
Según sus experimentos las hembras de estos peces fueron menos eficaces al alimentarse en presencia de machos cuyas colas asemejaban la forma de ciertas presas, particularmente cuando ambos estímulos estuvieron presentes. En todas, menos una especie, las hembras experimentaron perdida de peso después de los experimentos; y en cuatro de las seis especies estudiadas las hembras pasaron más tiempo admirando a los machos que alimentándose, aun cuando en todos los casos las hembras habían sido privadas de alimento las 24 horas previas a los experimentos. Es decir, si no comieron no fue por falta de hambre.
En su estudio todas las hembras estaban preñadas cuando se hicieron los experimentos por lo que no eran sexualmente receptivas y no fueron cortejadas por los machos debido a que los machos estuvieron en peceras aledañas. Además, gracias a la iluminación utilizada, las hembras podían ver a los machos sin que ellos las vieran por lo que no fueron molestadas por los avances masculinos en ningún momento.
Macho de Ameca splendens. Imagen de Marie France Janelle tomada de Wikimedia Commons.
|
Ahora bien, las tasas de apareamiento elevadas y el cortejo constante podrían ser costosas para las hembras de especies que caen en las trampas sensoriales como las aquí descritas. En tal caso, las hembras deberían evolucionar mecanismos que les permitieran “escapar” de dichas trampas. En consecuencia, los machos podrían verse obligados a desarrollar ornamentos cada vez más exagerados. Este proceso es justo uno de los que se han propuesto para explicar la evolución de los exagerados ornamentos masculinos presentes en diversas especies.
No es claro si las hembras de los godeidos han evolucionado mecanismos de defensa contra la trampa sensorial de los machos, pero el hecho de que Ameca splendens (especie donde los machos tienen las colas más vistosas) sea la única especie herbívora podría ser una consecuencia de los costos alimenticios impuestos a las hembras por las sexys colas de los machos. No hay prueba de ello, pero es una posible explicación.
Por lo pronto, el estudio de Constantino y Yolitzi es el primero en demostrar que, en ciertas especies, las trampas sensoriales masculinas que imitan la forma de ciertas presas influyen en la eficiencia de las hembras para alimentarse.
Artículo de referencia:
Garcia, C., & Lemus, Y. (2012). Foraging costs drive female resistance to a sensory trap Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences DOI: 10.1098/rspb.2011.2611
No hay comentarios:
Publicar un comentario