Ciencia con espiral de limón

Science with a (lemon) twist
BLOG EN RECESO TEMPORAL

domingo, 27 de marzo de 2011

Nieve de lima y perejil

Ingredientes
Nieve de lima y perejil, y nieve de guayaba y cardamomo.  Fotografía de Daniella Guevara.

Cómo preparar el sirope de lima:
Caliente el agua, vierta el azúcar y añada la cáscara de lima finamente picada. Después, deje hervir a fuego bajísimo unos 10 minutos. Deje enfriar.
Cómo preparar el agua de perejil:
Compre en el mercado un manojo de perejil y desinfecte perfectamente. Licúe el perejil en medio litro de agua. Reserve una taza de esta mezcla.
Paso final:
Licúe el sirope de lima, el agua de perejil y la crema y añada a su máquina de helados favorita o siga una receta manual para hacer helado.
Esta nieve es simplemente soberbia. Aunque el jugo de lima tiene poco sabor, los pequeños trocitos de lima le dan el empuje necesario para realzar el espléndido sabor de la lima. La combinación del sabor de la lima y el perejil es deliciosa.
Sugerencia extra:
Diluya en otro medio litro de agua el agua de perejil que le sobró y agregue azúcar al gusto. El agua de perejil es también deliciosa y refrescante.
Nieve de lima y perejil, y nieve de guayaba y cardamomo. Fotografía de Daniella Guevara.

viernes, 25 de marzo de 2011

La vasopresina y el concierto de cuerdas


Los miembros de todas las culturas conocidas escuchan música. Siendo una práctica tan extendida uno podría preguntarse si pudiera tener una base biológica. Algunos estudios llevados a cabo con fetos, infantes, familias completas, entre gemelos e incluso algunos donde se han utilizado imágenes de resonancia magnética del cerebro sugieren que éste es el caso. Un estudio reciente sugiere incluso la existencia de un componente genético.
Esto no es raro si pensamos que la música despierta en quienes la escuchamos todo un abanico de reacciones emocionales. Cuando sentimos que se nos enchina la piel, ya sea al escuchar las variaciones Goldberg o el nuevo disco de Coldplay, le debemos esa sensación a un torrente de sustancias químicas que recorren nuestro cuerpo en respuesta a lo que escuchamos: las hormonas.
Imagen de Djajakarta.

Se ha visto que la música que escuchan los bebes, por ejemplo en la forma de canciones de cuna, afecta el apego que éstos desarrollan con sus papás. También, se ha observado que es posible desarrollar una mayor cohesión grupal cuando un grupo ha cantado o tocado música en conjunto.
Una de las hormonas responsables de lo anterior podría ser la vasopresina (también llamada arginina vasopresina, argipresina u hormona antidiurética). La vasopresina es una hormona que modifica la permeabilidad de los riñones y juega un importante papel en la regulación de agua, glucosa y sales en la sangre. Sin embargo, al igual que la oxitocina, se ha visto que modula varias conductas sociales cuando es liberada directamente en el cerebro.
El gen AVPR1A codifica para un receptor molecular que modula la influencia de la vasopresina en el cerebro. Se ha visto que este gen participa en algunos aspectos de la cognición y la conducta social incluyendo el apego, el establecimiento de lazos e incluso el altruismo en humanos y otras especies.
Considerando lo anterior un equipo de investigadores finlandeses, que han estado interesados en el tema de las bases genéticas de la aptitud y la creatividad musical, se dieron a la tarea de averiguar la relación entre la presencia de variantes del gen AVPR1A y el gusto (o el interés) por escuchar música, ya sea de forma pasiva o activa. Sus resultados fueron publicados hace poquito en la revista Journal of Human Genetics.
Para su estudio, Liisa Ukkola-Vuoti e Irma Järvelä, líderes de la investigación, identificaron las variantes del gen AVPR1A en los miembros de 31 familias finlandesas (642 individuos en total). A estas mismas personas les hicieron varias preguntas para evaluar su interés por escuchar música y su educación musical. A todos se les aplicó una prueba para medir su aptitud musical (Karma Music Test).
Se consideró que los sujetos de estudio tenían un interés activo por escuchar música cuando al hacerlo ponían atención a la misma y les gustaba asistir a conciertos. Por el contrario, se consideró que los individuos tenían un interés pasivo cuando la utilizaban simplemente como “ruido de fondo”.
Es interesante notar que, de las primeras décadas de 1900 para acá, ha habido un incremento en el interés por escuchar música. Se cree que esto se debe al incremento en la disponibilidad de música y aparatos eléctricos para poder reproducirla. Por lo tanto, Liisa, Irma y el resto del equipo tuvieron que tomar esto en cuenta y clasificar a los sujetos de estudio en diferentes categorías de edad para evitar que dicho fenómeno modificara los resultados obtenidos.
Según los resultados del equipo finlandés, aquellos individuos con un nivel educativo más alto tendían a escuchar música de forma más activa y el promedio de interés musical variaba de acuerdo con los pedigríes. Es decir, entre familias. Además, el interés activo en escuchar música se relacionó con variantes genéticas ya asociadas en un estudio previo con la aptitud y la creatividad musical.
Imagen tomada de aquí gracias a Proust73.

Uno pensaría que aquellos individuos con una educación musical mayor serían más propensos a escuchar música activamente simplemente porque el aprendizaje musical así lo exige y que, por lo tanto, la educación musical se relacionaría con las variantes del gen AVPR1A. Sin embargo, ese no fue el caso cuando la educación musical se consideró como una covariable. Lo cual, fortalece la conclusión de que el interés musical tiene un componente genético.
Un detalle que aun debe estudiarse con más cuidado es la influencia de la memoria en este tipo de estudios ya que aquellos individuos con un mayor interés en la música podrían además experimentar emociones más fuertes al hacerlo y, por lo tanto, ser capaces de recordar sus experiencias y actividades relacionadas con la música de forma más precisa. También, algunos tipos de personalidades podrían ser capaces de recordar de mejor manera sus hábitos relacionados con el tiempo y la forma en la que escuchan música, por lo que estos factores deben tomarse en cuenta en futuros estudios.
Aun cuando (por fortuna) queden algunas preguntas flotando en el aire, el estudio de los hábitos musicales en humanos y su relación con la diversidad genética de los sujetos de estudio es sin duda una melodiosa manera de sumergirse en la apasionante área de la herencia dual: la co-evolución de genes y cultura.
(Aquí se puede ver un concierto para cuerdas de una de las variaciones de Goldberg y aquí se puede escuchar una hermosa versión para guitarra)

Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Ukkola-Vuoti, L., Oikkonen, J., Onkamo, P., Karma, K., Raijas, P., & Järvelä, I. (2011). Association of the arginine vasopressin receptor 1A (AVPR1A) haplotypes with listening to music Journal of Human Genetics DOI: 10.1038/jhg.2011.13

martes, 15 de marzo de 2011

El virus VIH utiliza a la polifacética proteína Vif para reactivarse

Uno de los obstáculos para tratar el sida ha sido –durante varios años- la ya reconocida habilidad del virus de permanecer en un estado de latencia. Si los pacientes dejan de tomar sus medicamentos o se ven debilitados por alguna otra infección el virus parece resurgir y, en ocasiones, en una versión más resistente a los tratamientos.
Una de las estrategias de los virus para controlar el éxito y nivel de la infección es a través de la manipulación de algunas de las proteínas que participan en el ciclo celular de las células infectadas. Por lo tanto, la investigación enfocada al entendimiento de los mecanismos moleculares involucrados en dicho proceso podría –eventualmente- ayudarnos a diseñar de forma más exitosa terapias enfocadas a la eliminación de los reservorios del VIH y al reestablecimiento de las funciones del sistema inmune de los pacientes infectados.
Ya han sido identificadas varias proteínas que son utilizadas por el VIH para modificar el ciclo celular de las células infectadas. Por ejemplo, la proteína viral llamada Vif (viral infectivity factor) está involucrada en la permanencia forzada de las células en la fase G2 del ciclo celular que es una etapa de rápido crecimiento celular y es justo donde la transcripción del genoma viral es óptima. La proteína Vif impide a las células crecer en dicha etapa.
Diagrama estructural del VIH. Imagen de tomada de Wikimedia Commons.

En un reciente estudio, liderado por Terry H. Finkel y Jiangfang Wang de The Children’s Hospital of Philadelphia, se encontró que la proteína Vif interviene además en una etapa previa durante el ciclo celular ocasionando que las células pasen de la fase G1 a la S, ésta última caracterizada por una actividad mayor. Este estudio es el primero en demostrar que una proteína viral puede modular dicha progresión en el ciclo celular y, por lo tanto, da un poco más de luz en el entendimiento de cómo es que el virus pasa de una fase latente a una activa.
Los autores encontraron además que la proteína Vif interactúa con dos proteínas celulares: Brd4 y la Cdk9. Y aunque ya se sabía que dichas proteínas participaban en la progresión del ciclo celular, el hecho de que ahora se sepa que son manipuladas por la proteína viral Vif las convierte en posibles blancos en el diseño de terapias.
Por supuesto, esto último requerirá de más tiempo y experimentos, pero poco a poco, molécula por molécula, proteína por proteína, nos acercamos a terapias más efectivas para controlar el letal virus del sida.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Wang, J., Reuschel, E., Shackelford, J., Jeang, L., Shivers, D., Diehl, J., Yu, X., & Finkel, T. (2010). HIV-1 Vif promotes the G1- to S-phase cell-cycle transition Blood, 117 (4), 1260-1269 DOI: 10.1182/blood-2010-06-289215

jueves, 10 de marzo de 2011

Nieve de guayaba y cardamomo

Nieve de guayaba y cardamomo. Fotografía de Daniella Guevara.
Ingredientes
Ingrediente secreto. Fotografía de Jessica tomada de aquí.

Instrucciones:
Calienta el agua en una cazuelita y agrega los negritos de cardamomo previamente triturados en un mortero.
Deja hervir por unos 10 minutos a fuego muy bajo y después deja enfriar.
Licúa el boing, la infusión de cardamomo y, si quieres, agrega una cucharada grande de crema fresca.
Vierte la mezcla en tu máquina de helados favorita.
Nieve de lima y perejil, y nieve de guayaba y cardamomo. Fotografía de Daniella Guevara.

sábado, 5 de marzo de 2011

Estresaditos cooperan más bonito


La cooperación es sin duda uno de los temas favoritos de los ecólogos teóricos. Un montón de modelos matemáticos se han desarrollado para tratar de entender bajo qué condiciones la cooperación es más probable y cuáles son los beneficios a corto y largo plazo de dicha conducta. Tanto modelo no ha sido en vano pues nos han ayudado a entender y filosofar a placer respecto a la evolución de esta conducta.
Sin embargo, aun es necesario saber más acerca de cuáles son las causas próximas de la cooperación, es decir, cuáles son los disparadores inmediatos de dicha conducta y cómo es que estos disparadores varían de un individuo a otro de acuerdo con su experiencia, estado interno, fisiología, etc.
Algunos estudios con humanos han encontrado que la inclinación de los individuos a castigar a aquellos que hicieron trampa -en una situación donde podrían haber cooperado- se relaciona positivamente con la actividad que dichos individuos presentan en el sistema de recompensa; ese que se encuentra justo en la neocorteza cerebral. Entonces, mientras más estimulante sea la acción de castigar a los tramposos más probable será la ocurrencia del castigo.
Otro estudio encontró que cuanto mas altos eran los niveles de oxitocina (la hormona de la felicidad) en la sangre más confiados eran los sujetos de estudio, incluso en situaciones donde el riesgo de ser engañados era alto. Pero ¿cómo es la cosa en aquellos animales donde también se observa cooperación?

En un intento por ampliar las dudas respecto a lo anterior, el internacional equipo conformado por Redouan Bshary, Rui F. Oliveira y Alexandra S. Grutter se dio a la tarea de poner a prueba –de manera experimental- algunas preguntas respecto a los factores que disparan o inhiben la cooperación en los peces limpiadores. Los resultados de su estudio fueron publicados este mes en la revista Ethology.
No, los peces limpiadores no hacen esto precisamente. Imagen tomada de aquí.

Las interacciones de estos pececitos limpiadores (Labroides dimidiatus) con sus clientes son fascinantes. Ya ha sido bien documentado que estos peces ofrecen un servicio de remoción de parásitos a otros peces y para ello tienen hasta sus estaciones de limpieza individuales. Sin embargo, lo que más les gusta es degustar el mucus de los clientes, es decir, el tejido vivo de los mismos.
Cuando estos peces se aguantan las ganas de comer mucus y se alimentan de parásitos están –digamos- comiendo en contra de su preferencia. Al hacerlo podríamos también decir que están “cooperando” puesto que estarían intercambiando el servicio de limpieza por la oportunidad de alimentarse de algo.
Pero tampoco es que cooperen nomás por encantadores puesto que parecen saber bien con qué tipo de clientes interactúan: cuando los clientes son peces depredadores -que potencialmente podrían responder al abuso con una mordida- los peces limpiadores abusan menos comparado con los clientes que no son depredadores. Es decir, se alimentan más de los parásitos de un cliente depredador que de su mucus.
Los biólogos que observan están interacciones saben cuando un cliente ha recibido una mordida en el mucus ya que el cliente en cuestión salta, de una manera similar a la de cualquier humano en la playa que ha sido mordisqueado por un pez.
Dado que los peces limpiadores pueden tener más de 2000 interacciones al día con sus clientes Redouan y su equipo sugieren que los peces limpiadores deberían ser capaces de ajustar sus niveles de explotación de manera que maximicen su ingesta calórica tomando en cuenta el riesgo de ser depredados. Si así fuera, los peces limpiadores deberían poder ajustar sus abusos de una interacción a otra, con lo que una interacción en particular podría determinar la subsecuente. Por ejemplo, una interacción con un cliente depredador podría afectar sus niveles de estrés o saciedad y en consecuencia, la cooperación con clientes subsecuentes.
Para su estudio, Redouan, Rui y Alexandra, reunieron datos tomados en las aguas tropicales de Egipto y datos recabados en el laboratorio de Alexandra, en Australia. Por lo que no lo solo el equipo de investigadores fue internacional, también los peces observados pertenecían a latitudes diferentes.
Con los datos de sus observaciones en campo analizaron el efecto del tipo de cliente en las interacciones subsecuentes y encontraron que un cliente dado tiene una menor probabilidad de ser mordisqueado cuando el cliente previo era un cliente depredador.
Estación de limpieza. Imagen de Nick Hobgood tomada de Wikimedia Commons.
En el laboratorio, probaron el efecto de un factor estresante -en este caso una red- antes de ofrecerles un alimento preferido (trocitos de camarón) y otro no tanto (alimento para peces) al mismo tiempo. Estudios previos demuestran que los peces prefieren siempre comer camarón comparado con las aburridas hojuelas comerciales. Sin embargo, durante el experimento las hojuelas eran retiradas inmediatamente después de que el pez probara el camarón. Por lo que si los peces querían comer algo era imperativo que comieran en contra de su preferencia, alimentándose con hojuelas antes de hincarle el diente al camarón.
Interesantemente, los peces del laboratorio comieron más frecuentemente en contra de su preferencia cuando habían estado expuestos a la estresante red. Los autores del estudio consideraron que los limpiadores estaban estresados puesto que así lo demostraron al huir y al presentar ciertos movimientos característicos en este tipo de situaciones y que son semejantes a un “baile”.
Con lo anterior, los autores querían demostrar si la calidad del servicio de un pez limpiador depende únicamente de la identidad del cliente o si dicho servicio se ve modificado por otras situaciones estresantes en la acuática vida del pez.
Las observaciones en campo no permitieron a los autores distinguir si el cambio de actitud del limpiador después de haber interactuado con un cliente depredador al siguiente se debía a un “estado interno” del pez, el nivel de saciedad del limpiador o debido a un cambio fisiológico resultado de la interacción con el depredador.
Sin embargo, el hecho de que después de haber sido sometidos a un factor estresante (red) los limpiadores estuvieran mas inclinados a alimentarse en contra de su preferencia (como cuando cooperan) sugiere que 1) los peces pueden activamente seleccionar un alimento sobre el otro (osea, el estrés no los confunde al respecto) y 2) que el haber estado expuestos a una situación estresante los hace mas propensos a la cooperación.
Esto último, sin embargo, requiere ser comprobado con otros experimentos en los que se manipule la fisiología de los peces limpiadores; por ejemplo, variando el nivel de hormonas relacionadas con el estrés en lugar de utilizar una red.
Entonces, Redouan y su equipo, utilizando información de campo y laboratorio respecto a estos pececitos demostraron la existencia de variación a corto plazo en la conducta alimenticia de los peces limpiadores. Sus resultados sugieren que el estrés a corto plazo –ya sea en la forma de un depredador o una red- promueve la cooperación en estos peces con cierta tendencia al abuso.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org

Bshary, R., Oliveira, R., & Grutter, A. (2011). Short-Term Variation in the Level of Cooperation in the Cleaner Wrasse Labroides dimidiatus: Implications for the Role of Potential Stressors Ethology, 117 (3), 246-253 DOI: 10.1111/j.1439-0310.2010.01872.x