Ciencia con espiral de limón

Science with a (lemon) twist
BLOG EN RECESO TEMPORAL

domingo, 25 de julio de 2010

Ellas los prefieren con experiencia / They like them with experience

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La edad y experiencia sexual de ellos parece ser un factor importante en cuestión de elección de pareja. El éxito que ellos puedan tener en el apareamiento puede depender de su tamaño, dieta, así como de sus experiencias previas. Sin embargo, la decisión para ellas no siempre es tan sencilla ya que puede haber ventajas tanto al elegir pretendientes jóvenes como al preferir a los pretendientes más mayorcitos.
Según ciertos expertos ellas deberían preferir a los machos de mayor edad ya que, al seguir vivos estarían demostrado sus habilidades para sobrevivir y ser entonces portadores potenciales de “buenos genes”. También podrían tener eyaculados de mejor calidad o tener mejores habilidades parentales.
Elegir a los jovencitos también podría tener sus ventajas. Por ejemplo, podrían evitarse las consecuencias negativas del deterioro del esperma que sobreviene con la edad y/o los apareamientos sucesivos y también podría existir menor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.


Cierta evidencia empírica sugiere que ellas prefieren a los machos de mayor edad, tal y como lo demuestran algunos estudios en aves, lagartos y ovejas.
En términos biológicos, sin embargo, se puede decir que una preferencia (o cualquier otra conducta o atributo) es mejor o peor que otra cuando se toman en cuenta los efectos de ésta en la adecuación o aptitud biológica (o fitness) de los individuos involucrados. La adecuación se mide básicamente en el número de hijos que –idealmente- llegan a la edad reproductiva.
Con lo anterior en mente, uno tal vez podría preguntarse ¿qué hay de las mosquitas mexicanas de la fruta (Anastrepha ludens)? ¿prefieren a los jóvenes o a los pretendientes de mayor edad? ¿les gustan con experiencia o sin ella? ¿qué consecuencias tienen sus elecciones en su adecuación?
Preguntas como las anteriores motivaron la tesis de licenciatura de María G. Martínez-Hernández dirigida por Diana Pérez-Staples de la Universidad Veracruzana y Martín Aluja del Instituto de Ecología, ambos en Veracruz, México. Los resultados de dicho estudio fueron publicados este mes en la revista Ethology.
Para su estudio, Diana y su equipo capturaron mosquitas silvestres en varios lugares de Veracruz, las mantuvieron en cautiverio y esperaron a que se reprodujeran para producir con la progenie una especie de colonia semi-silvestre. Después, separaron a la progenie en machos y hembras.
Los machos fueron individualmente identificados con un puntito de pintura y separados en 4 grupos que combinaran las siguientes variables: machos jóvenes (de 13 días de edad), machos viejos (de 18 días de edad), machos con experiencia (que habían copulado una vez entre los 13 y 15 días de edad) y machos sin experiencia (que no habían copulado nunca al inicio del experimento). Las hembras fueron todas vírgenes de entre 13 y 15 días de edad.
Los experimentos de apareamiento empezaron cuando los machos jóvenes (con y sin experiencia) tuvieron 18 días de edad y cuando los machos de mayor edad (también con y sin experiencia) tenían 36 días de edad. Es decir, los machos que habían estado expuestos a otras hembras tuvieron tiempo suficiente de recuperar sus reservas espermáticas entre las cópulas iniciales y las observaciones experimentales.
Diana y sus colaboradores observaron entonces la ocurrencia de cópulas y midieron la duración de las mismas en varias cajas experimentales donde en cada una colocaron a 3 machos de cada tratamiento (12 machos en total) y 6 hembras. Con ello, los autores tuvieron cuidado de que en cada caja experimental hubiera una hembra por cada dos machos para promover la competencia entre machos y la elección femenina (o female choice).
En palabras simples: ellos tuvieron que competir y ellas tuvieron la oportunidad de escoger entre cuatro tipos diferentes de machos (machos jóvenes con experiencia, machos jóvenes sin experiencia, machos de mayor edad con experiencia y machos de mayor edad sin experiencia).
Al día siguiente, las hembras que copularon depositaron sus huevecillos en unas esferas de agar especialmente diseñadas para tal efecto. Todos los huevos fueron contados y la eclosión observada. También se midió la longevidad de las hembras.
Lo que el equipo veracruzano encontró fue que los machos de mayor edad obtuvieron mas cópulas que los otros tipos de machos y que los machos mayores y con experiencia fueron los primeros que lograron aparearse. Esto sugiere que los machos se vuelven más competitivos con la edad y la experiencia, tal vez porque mejoran sus estrategias o conductas para obtener cópulas.
Es importante resaltar que los machos de Anastrepha ludens exhiben un elaborado cortejo que involucra agitar sus alas durante el crepúsculo y exudar todas las feromonas posibles. No hay evidencia de cópulas forzadas en esta especie y las hembras pueden potencialmente resistir los avances de los machos ya que pueden patearlos, esconder sus órganos ovipositores para evitar las cópulas o simplemente alejarse volando de los aleteadores y coquetos machos. Por lo tanto, para los machos la experiencia en el cortejo parece ser fundamental.
Por otro lado, Diana y su equipo también encontraron que el tipo de macho con el que se aparearon no influyó en la fecundidad, la fertilidad o la longevidad de las hembras. Pero entonces, si las hembras copularon con machos de mayor edad y experiencia sin obtener beneficios aparentes ¿Qué esta sucediendo?
Una opción es que las hembras no pueden discriminar entre machos con diferentes atributos y que en cambio son los machos los que son más eficientes para atraer con feromonas y cortejar con seductores aleteos a las hembras. También es posible que existan para las hembras otros beneficios -en términos de adecuación- que no fueron medidos por el estudio de Diana, María y Martín.
Otra explicación es que la inversión en el eyaculado -o su calidad- efectivamente disminuya con la edad en esta especie, pero esto tal vez ocurra cuando los machos son mayores de 36 días. En ese caso, tal vez si habría desventajas en que las hembras eligieran a los machos de mayor edad. Pero para dilucidar lo anterior es necesario llevar a cabo estudios específicos al respecto.
Es posible entonces que –como ya había sido sugerido por otros estudios- la experiencia sexual tenga una mayor relevancia para los machos de especies longevas donde existe competencia entre machos, donde el cortejo y las cópulas son elaboradas y donde los machos tienen oportunidades de aparearse varias veces durante su vida; tal y como ocurre en las moscas mexicanas de la fruta. En estas mosquitas, aparearse con machos de mayor edad no parece proporcionar ninguna ventaja a las hembras, pero ellos parecen tener la experiencia suficiente para persuadirlas.
Este tipo de estudios contribuyen al entendimiento de aspectos relacionados con la teoría de la selección sexual, en particular respecto a los costos y beneficios del apareamiento y la elección de pareja en ambos sexos. 
Hembra de mosca mexicana de la fruta. Fotografía del acervo del Agricultural Research Service, tomada de Wikimedia Commons.
Female Mexican fruit fly. Photograph by  Agricultural Research Service, taken from Wikimedia Commons.
They like them with experience
 Male age and sexual experience seem to be important factors in mate choice matters. Male mating success might depend on their size, diet, their previous mating events and age. However, females’ choices are not simple: there might be advantages in choosing young suitors but also in choosing more aged ones.
According to some studies females should prefer aged suitors due to the fact that, by being alive they are already showing their survival abilities and consequently, are likely to be the carriers of “good genes”. They might also have better quality ejaculates and better parental abilities.
Choosing the young ones might also have some advantages. For instance, females could avoid the negative consequences of deteriorating sperm that comes with age and/or repeated mating and could also be at a minor risk of contracting a sexually transmitted disease.
Some empirical evidence on birds, lizards and sheep suggest that females prefer older males.
In biological terms we can say, however, that a certain preference (of any other attribute or behaviour for that matter) is either better or worst when we take into account its effects on individuals’ biological fitness. Fitness is measured by basically counting the number of descendants that –ideally- survive until reproductive age.
With this in mind, one might actually wonder, what about female Mexican fruit flies (Anastrepha ludens)? Do they prefer young or more senior males? Do they like them with experience or without it? What are the consequences of their choices on their fitness?
Questions of the sort motivated Maria Martinez’ honours project, which was supervised by Diana Pérez-Staples at the Universidad Veracruzana and Martín Aluja at the Instituto de Ecología, both Institutions located in Veracruz, México. Their results were published in the journal Ethology.
For their study, Diana and their team captured wild fruit flies in several places in Veracruz, they kept them in captivity and waited until the flies reproduced and formed a new generation of semi-wild flies. Afterwards, those flies were separated by sex.
Individuals were individually marked with different colours of paint. Males were separated in four groups according to the following: young males (13 days older), old males (18 days older), experienced males (that mated once between days 13 and 15) and sexually naïve males (with no mating on their records). Females were all virgins between 13 and 15 days.
Mating experiments started when young males (with and without experience) were 18 days old and when older males (also with and without experience) were 36 days old. In other words, males that have had previous contact with females had enough time to replenish their sperm reservoirs before the experimental observations started.
Diana and collaborators recorded mating occurrence and the duration of all copulations in several experimental boxes with three males of each treatment (12 males in total) and six females. In that way, each experimental box contained one female for every two males, ensuring competition between males and female choice. Males had to compete and females had four different kinds of males to choose from.
On the next day, females that had copulated laid their eggs on agar spheres (artificial ovipositing devices) specially designed for that purpose. All eggs were counted and hatching recorded. Researchers also measured females’ longevity.
What the Mexican team found was that older males were more likely to mate and that aged and experienced males were more likely to obtain the first mating. These results might suggest that males become more competitive with age and experience; time might help them to improve their mating strategies.
It is important to highlight that Anastrepha ludens males exhibit an elaborated courtship that involves wing fanning during dust and emitting all available sexiness in the form of pheromones. There is no evidence of forced mating in this species and females could potentially resist males’ approaches as they can actually kick males off them and hide their ovipositor to avoid mating, or simply fly away from wing fanning and flirtatious males. Consequently, males’ experience in courtship displays seems to be essential.
On the other hand, Diana and her team also found that male condition did not affect females’ fecundity, fertility or longevity. In that case, if females preferred aged and experienced males with no apparent benefit, what is going on?
One explanation is that females cannot discern between males with different attributes and that males may be more efficient in overcoming female resistance. It is also possible that for females there are some other benefits –in fitness terms- that were not measured by the study of Diana, Maria and Martin.
Another explanation is that ejaculate capacities are not diminished at the age of 36 days. In that case, there might be disadvantages for females choosing even older males. However, in order to elucidate this, more experiments are needed.
It is possible then that –as it has been suggested in other studies- sexual experience might be more relevant for males in long lived species where there is intrasexual competition, where courtship and copulation are highly elaborated and where males have several mating chances throughout their lives; exactly as it happens in Mexican fruit flies. In these tiny flies, mating with older males does not seem to provide any advantage to females, but males seem to have the right amount of experience to persuade them.
This kind of studies contribute to widen our understanding of those aspects related with the theory of sexual selection, particularly those related to male competitiveness and condition and how this in turn affects female fitness.
This post is participating in the NESCent contest.
Artículo de referencia: 
ResearchBlogging.org
Pérez-Staples, D., Martínez-Hernández, M., & Aluja, M. (2010). Male Age and Experience Increases Mating Success but Not Female Fitness in the Mexican Fruit Fly Ethology DOI: 10.1111/j.1439-0310.2010.01790.x

lunes, 19 de julio de 2010

Sopa de verduras, anís estrella y curry

1/2 kilo de calabacitas
1/2 kilo de chayote
1/2 kilo de brócoli
1/2 cebolla mediana
1/4 de taza de curry en polvo
1/4 de taza de aceite de maíz o cártamo
2 litros de caldo desgrasado de pollo o res (o agua para una opción vegetariana)
Una florecita completa de anís estrella
Sal y pimienta al gusto

Lavar y partir en trozos grandes las verduras.
Poner el caldo de pollo a hervir junto con la florecita de anís.
Hervir las verduras en el caldo de pollo comenzando por el chayote que es el más duro.
Cuando las verduras estén cocidas -pero todavía firmes- sacar la florecita de anís y licuar las verduras y la cebolla utilizando el caldo donde se cocieron las verduras.
En una cazuela calentar el aceite y añadir el curry hindú. Dejarlo freír por un minuto más o menos y agregar la mezcla de verduras.
Bajar el fuego y regresar la florecita de anís a la sopa para que siga soltando sabor.
Tapar la cazuela y hervir por unos 10 minutos a fuego lento.
Todos los caldos y sopas adquieren mejor sabor si se hierven a fuego lento.

Acompañar con pan, tortillas o tlacoyos.

Deliciosa sopita de verduras. Fotografía de Guillermina Echeverría-Lozano

jueves, 15 de julio de 2010

Nuestros "genes brincadores" nos hacen únicos y nos enferman



El ADN es una macromolécula extrañísima y fascinante. Este ácido nucleico constituye el material genético de todas las células, algunos organelos celulares (como las mitocondrias), muchos virus, y es además el principal componente de los cromosomas y el único componente de los plásmidos.


Toda la información de lo que somos –y podemos ser- está en nuestro ADN. Sin embargo, la forma exacta en la que el ADN da lugar a lo que somos es algo que todavía estamos tratando de entender.


El Proyecto del Genoma Humano (PGH) ha sido un controvertido y morrocotudo esfuerzo por desentrañar los misterios de nuestro ADN y ha proporcionado información valiosa respecto a los millones de pares de bases que constituyen nuestro ADN y respecto a miles de genes humanos.


También hemos obtenido información respecto a la proporción de ese ADN que efectivamente se traduce en algo, comparado con la proporción de ADN que sólo parecen ser pedacitos iguales repetidos hasta el cansancio; las llamadas secuencias altamente repetidas.


Otro uso interesante de la información derivada del PGH es que ha sido posible comparar genomas individuales con un genoma humano de referencia. Estas comparaciones -dentro y entre especies- están permitiendo identificar elementos funcionales y establecer relaciones entre la variación genética y la diversidad fenotípica. Es decir, la relación entre lo que dice nuestro ADN y lo que se nos ve.


Ahora sabemos que la cantidad de variación en el genoma humano es enorme. Una fuente de variación proviene precisamente de algunas secuencias altamente repetidas, como los llamados transposones, dentro de los que se incluye a los retrotransposones. El prefijo “retro” se refiere a la forma en la que se replican: primero el ADN se copia en ARN y luego el ARN mete una especie de reversa para copiarse otra vez en ADN.


Los transposones son elementos móviles que hacen copias de sí mismos e insertan dichas copias en otras áreas del genoma. Algunos de estos cambios pueden ser "silenciosos" y no causar ningún cambio funcional considerable, pero otros cambios sí pueden tener consecuencias importantes.


Los retroelementos no son raros en el mundo de los mamíferos. De hecho, todos los genomas de mamíferos que han sido estudiados a la fecha presentan retrotransposones y en todos los casos constituyen alrededor del 30% de dichos genomas. 


Los retrotransposones Alu y L1 son dos clases abundantes de elementos móviles presentes en el genoma humano y que brincan de una posición genómica a otra en cada nueva generación. Algunas de estas inserciones pueden ser tan nuevas que son encontradas solo en una persona.



La mutagénesis originada por transposones no había sido fácil de estudiar, principalmente porque no existían métodos adecuados para detectar inserciones nuevas. Las inserciones conocidas eran, por lo tanto, inserciones fijas y relativamente comunes que habían sido descritas por proyectos de secuenciación genómica. Es decir, solo nos habíamos asomado a través de una pequeña ventanita al mundo de las inserciones transposónicas.


Los mecanismos detrás de las reinserciones genéticas son variados, tal y como lo demuestran 4 artículos recientemente publicados: tres de ellos en la revista Cell y uno más en la revista Genome Research. Por medio de métodos diferentes -y recientemente ideados- estos cuatro estudios en conjunto sugieren que las secuencias altamente repetidas de nuestro genoma contribuyen de manera importante a las variaciones estructurales del mismo. Algunas de estas secuencias repetidas incluso presentan transposición activa, es decir, “brincan” de un lugar a otro en un grado mucho mayor al pensado con anterioridad.


En el estudio de Christine R Beck del Departamento de Genética Humana de la Universidad de Michigan y siete investigadores más, encontraron que las secuencias repetidas LINE-1 o L1(de long interspersed element-1), provenientes del material genético de 5 personas de diferentes partes del mundo, no están presentes en el genoma humano de referencia. Dichos L1s son más abundantes de lo que antes se pensaba y tienen una tendencia a brincar o a moverse de lugar.


En otro estudio, liderado por Cheng Ran Lisa Huang del Instituto de Medicina Genética de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, también encontraron numerosas y nuevas variantes de L1s. Sus datos sugieren que las nuevas inserciones –resultado del ADN brincador- son el doble de lo estimado con anterioridad y proponen que estas inserciones ocurren aproximadamente cada 108 nacimientos.


Entonces, si estos genes brincadores se mueven a lugares donde el ADN efectivamente es funcional podrían afectar –en mayor o menor medida- los procesos de transcripción y modificar los resultados. En consecuencia, estos L1 pueden jugar un papel crucial en la pérdida de función de los genes y por tanto, intervenir en el desarrollo de enfermedades o padecimientos.


Huang y su equipo evaluaron lo anterior examinando sitios L1 en el cromosoma X de 69 hombres diagnosticados con una discapacidad intelectual ligada a dicho cromosoma y encontraron que dentro de este grupo había 6 nuevas inserciones de L1 y 3 inserciones privadas, es decir, únicas y limitadas al mismo número de individuos. Tres de estas inserciones estuvieron en o cerca de genes con funciones conocidas en el desarrollo del sistema nervioso central.


Aun cuando el efecto biológico preciso de estas inserciones es todavía desconocido, el artículo de Huang y colaboradores señala la utilidad que el estudio de estas inserciones puede tener en la comprensión de algunas enfermedades genéticas.


En el estudio liderado por Rebecca C Iskow y Scott E Devine de la Universidad de Emory, utilizando material genético de 76 personas encontraron que las inserciones Alu y L1 son abundantes y pueden ocurrir no solo a nivel de células germinales, si no también en células somáticas. Rebecca y su equipo encontraron que es posible encontrar a altas frecuencias nuevas inserciones L1 en genomas de cáncer de pulmón.


También analizaron la presencia de inserciones en tumores cerebrales, pero en ese caso no fueron identificadas nuevas inserciones. Esto sugiere que algunos genomas cancerígenos permiten la movilización de elementos Alu y L1 y otros no, por lo que estudios posteriores al respecto serán necesarios para entender porqué es que ocurre esto.


Al igual que los otros estudios, Rebecca Iskow y su equipo encontraron un alto porcentaje (93%) de genomas con por lo menos una inserción diferente que estaba presente en solo un individuo. En otras palabras, los genes brincadores claramente hacen de las suyas en nuestros genomas.


Interesantemente, a pesar de que el estudio de Beck y el de Iskow se centraron en poblaciones humanas completamente diferentes, fue posible encontrar que algunos elementos L1 eran exactamente los mismos. Aun así, la mayoría de las inserciones detectadas por ambos estudios fueron únicas. Por lo que es muy probable que otras inserciones nuevas serán descubiertas en otros genomas humanos.


En el estudio de Adam D. Ewing y Haig H Kazazian de la Universidad de Pennsylvania, los autores desarrollaron un método para determinar los sitios de inserción de prácticamente todos los miembros de la familia de retrotransposones L1. Para ello, evaluaron el material genético de 25 individuos, 15 de los cuales no eran parientes.


Según sus resultados dos individuos tienen una diferencia de alrededor de 285 sitios de inserción de elementos L1 y la taza de retrotransposición es de entre 1 en cada 95 a 1 en cada 270 nacimientos. Además, pudieron catalogar 772 inserciones L1 presentes en el genoma humano de referencia y 367 que no lo estaban. Esta última cifra podrá sonar a que no es mucho, pero constituye el doble de los elementos de los que se tenía conocimiento a la fecha.


Ewing y Kazazian sugieren que aún cuando su estudio se centró en los elementos L1, los métodos propuestos por ellos pueden aplicarse a cualquier otro tipo de repetición en cualquier genoma. Es decir, su método va a permitir que la diversión en esta área continúe.


Los cuatro estudios en conjunto demuestran que la posición y cambios que sufren las secuencias altamente repetidas en los genomas humanos, en particular la posición de los elementos Alu y L1, pueden tener consecuencias importantes. Al parecer, si hay algo que nos hace únicos -y nos puede enfermar- es la actividad de nuestros "genes brincadores".


Por último, es interesante resaltar que por muchos años se había creído que las secuencias altamente repetidas eran una especie de ADN basura que se había ido acumulando en nuestro genoma (y en el de otras especies) a lo largo de la evolución y que, a la hora de hacer estudios, solo había que limpiar. En los últimos años ha dejado de ser considerado como basura y está siendo evidente que juega un papel central en la variación estructural genética, su evolución y que además puede tener un gran impacto en la biología humana, particularmente en la generación de padecimientos.

Artículos de referencia:
ResearchBlogging.org
Beck, C., Collier, P., Macfarlane, C., Malig, M., Kidd, J., Eichler, E., Badge, R., & Moran, J. (2010). LINE-1 Retrotransposition Activity in Human Genomes Cell, 141 (7), 1159-1170 DOI: 10.1016/j.cell.2010.05.021

Huang, C., Schneider, A., Lu, Y., Niranjan, T., Shen, P., Robinson, M., Steranka, J., Valle, D., Civin, C., & Wang, T. (2010). Mobile Interspersed Repeats Are Major Structural Variants in the Human Genome Cell, 141 (7), 1171-1182 DOI: 10.1016/j.cell.2010.05.026

Iskow, R., McCabe, M., Mills, R., Torene, S., Pittard, W., Neuwald, A., Van Meir, E., Vertino, P., & Devine, S. (2010). Natural Mutagenesis of Human Genomes by Endogenous Retrotransposons Cell, 141 (7), 1253-1261 DOI: 10.1016/j.cell.2010.05.020

Ewing, A., & Kazazian, H. (2010). High-throughput sequencing reveals extensive variation in human-specific L1 content in individual human genomes Genome Research DOI: 10.1101/gr.106419.110

lunes, 5 de julio de 2010

Cuando los canarios son demasiado sexys para moverse

Uno pensaría que el problema de no poder moverse por ser tan guapo sería exclusivo de algunos físico-culturistas que, en su afán de tener enormes músculos, llegan a parecer torpes al caminar y no digamos al bailar. Pero no es así, en el reino animal los machos de numerosas especies también parecen pagar un precio por ser guapos y también puede ser en términos de movilidad.


Los elaborados, y en ocasiones exagerados, ornamentos de los machos están y han estado durante muchos años en el centro de los debates sobre selección sexual. Hace poco más de 30 años, Amotz Zahavi propuso la hipótesis del handicap (que podría traducirse como la hipótesis de la desventaja). Según dicha hipótesis los ornamentos de los machos -por representar una desventaja para los machos portadores- funcionan como una señal honesta de calidad. Es decir, solo un macho de alta calidad sería capaz de sobrevivir a pesar de las desventajas que su ornamento pudiera representar en su vida cotidiana. Si esta capacidad fuera heredable entonces la tendencia de ser bueno para sobrevivir sería heredado por los hijos del macho ornamentado y las hembras heredarían la tendencia a copular con machos cuyos ornamentos señalen, de manera honesta, su alta calidad genética.


Al principio, la teoría de Zahavi no fue bien aceptada, pero con los años numerosos estudios y modelos matemáticos han sugerido la plausibilidad de su propuesta no solo para explicar la evolución de los elaborados despliegues sexuales y/o los ornamentos, si no la evolución de las señales animales en general.


Los ornamentos varían entre especies y grupos de animales. En algunas especies de aves y peces los colores amarillos derivados de la ingesta de carotenoides son considerados como muy sexys: las hembras prefieren a los muy amarillos y atractivos machos.


Los carotenoides no pueden ser sintetizados por los individuos, por lo que dependen de la ingesta de alimentos que sí los contienen. Estas macromoléculas pueden ofrecer cierta protección contra el daño oxidativo ocasionado por otras sustancias. Se ha propuesto entonces que los animales que basan su coloración en los carotenoides tienen que balancear el uso de dichas sustancias en sus ornamentos y como antioxidantes. En consecuencia, solo los individuos en mejor condición podrían además tener el amarillo más brillante.


Sin embargo, los carotenoides también tienen un lado obscuro y se ha sugerido que, en varias especies, una acumulación exagerada de los mismos podría tener efectos nocivos sobre las membranas celulares de algunos de sus tejidos. Los efectos nocivos de dichas moléculas han sido estudiados en humanos y otros mamíferos, pero no se habían documentado –hasta hace poco- en aves.


En un estudio liderado por Kristal A Huggins y Kristen J Navara de la Universidad de Auburn y la Universidad de Georgia, respectivamente, se estudiaron los costos fisiológicos asociados con la acumulación de carotenoides durante el emplumaje de un grupo de 160 canarios americanos (Carduelis tristis).

Carduelis tristis. Ilustración de Bob Hines, tomada de Wikimedia Commons.

Para su estudio, Kristal, Kristen y el resto del equipo compararon, durante 120 días, dos grupos de canarios: uno con alimento bajo en carotenoides y otro con alimento con alto contenido de carotenoides. La suplementación alimenticia con carotenoides se realizó durante 60 días. Para medir los posibles efectos negativos tomaron muestras de sangre –varias veces a lo largo del estudio- para evaluar el nivel de aspartato aminotransferasa (AST) que está asociado con daño celular hepático en aves, así como de creatin kinasa (CK), un indicador sanguíneo de degradación muscular sistémica.

Como una medida de la degradación funcional del músculo esquelético, los autores evaluaron el desempeño del músculo pectoral. Para medir el desempeño de dicho músculo, los autores midieron la capacidad de los canarios de volar verticalmente al inicio de la alimentación controlada y en los días 7, 30, y 60 (cuando terminó el tratamiento de alimento enriquecido); y después otra vez a los 120 días, es decir, 60 días después de que terminara la suplementación alimenticia controlada.


La intensidad del amarillo del plumaje de los canarios fue medido con un espectrofotómetro en el día 60 del experimento.


El equipo de Kristen y Kristal encontró que los canarios que habían recibido más carotenoides, en efecto, habían desarrollado un plumaje considerablemente mas amarillo que los del otro grupo. En ambos grupos los niveles de la enzima degradadora AST, disminuyeron inicialmente, lo cual constituye un resultado positivo de la ingesta –baja y alta- de carotenoides.


Los niveles de CK, en cambio, fueron igualmente altos en ambos grupos al final del tratamiento alimenticio, pero fueron mucho más altos en el grupo con altos carotenoides en el día 120. Es decir, la degeneración de músculo esquelético fue mayor en el grupo que consumió más carotenoides. Como era de esperarse, estos canarios tuvieron también un menor desempeño en las pruebas de vuelo vertical.


La belleza de los coloridos canarios es entonces un arma de doble filo. Los carotenoides resultaron buenos para que sus plumas fueran amarillas y vistosas y se beneficiaron de las propiedades antioxidativas de dichas sustancias; pero mantener niveles altos de carotenoides circulando ocasionó daño en sus tejidos. Es decir, ser moderadamente guapo es bueno para la salud de los canarios. El problema parece estar en la exageración.


Uno podría pensar que tal vez en su medio natural los canarios no alcanzan el amarillo intenso de los del estudio. Pero no fue así: la coloración de los canarios del estudio –tanto la baja como la intensa- se encontraban dentro del rango normal encontrado en canarios americanos silvestres. Es decir, allá afuera hay canarios tan amarillos como los del estudio y éstos podrían estar pagando el precio de su guapura.


Según el equipo de Kristen y Kristal, considerando los resultados de su estudio, las consecuencias de una coloración demasiado amarilla podría afectar además la reproducción de los canarios durante una o varias temporadas reproductivas -dependiendo de la capacidad individual de las aves para lidiar con los niveles de dichos pigmentos-; lo cual seria un costo adicional a los ya descritos en su estudio.


Otra incógnita a resolver, es el hecho de que los efectos nocivos de los niveles altos de carotenoides fueron detectables 60 días después de que la suplementación alimenticia terminara. Esto podría deberse a la naturaleza lipofílica de los pigmentos. Es decir, los carotenoides podrían ser almacenados en el tejido graso de los canarios y, una vez que el emplumaje terminara, estos podrían liberarse de forma lenta, así como sucede con la liberación de vitaminas liposolubles.


Tal y como predice el modelo de Zahavi, los machos con un color amarillo intenso son los preferidos por las hembras de canarios. Adicionalmente, la coloración de los machos se ve afectada por la carga de parásitos y la mala alimentación. La intensidad de la coloración de los canarios es entonces una señal honesta de su condición y, probablemente, de su calidad genética.


A algunos hombres les duele la cara de ser tan guapos; a los machos de los canarios americanos probablemente les duele el músculo pectoral cuando son muy guapos. Ser guapo y sexy no es fácil, incluso en el mundo de los canarios.


Artículo de referencia:
ResearchBlogging.org
Huggins KA, Navara KJ, Mendonça MT, & Hill GE (2010). Detrimental effects of carotenoid pigments: the dark side of bright coloration. Die Naturwissenschaften, 97 (7), 637-44 PMID: 20495774

jueves, 1 de julio de 2010

Chutney de naranja y cardamomo

4 naranjas grandes
1 cebolla
10 negritos de cardamomo
2 cucharadas de curry hindú
sal al gusto
10 chiles chiltepín

Se desgaja la naranja completamente, quitando todo para dejar solo la pulpa.
Freír la cebolla en gajos finos.
Moler en el mortero los negritos del cardamomo y los chiles y agregar cuando la cebolla se haya acitronado.
Freír por 5 minutos y agregar la naranja, la sal y el curry.
Cocer a fuego muy bajo hasta que se evapore la mayor parte del agua pero cuidando que la mezcla no quede seca. Es decir, tiene que tener la humedad de una salsa/mermelada sin que quede aguada.

Agregar a pan tostado con queso, pasta, quesadillas, tortas, carne asada, pollo o pescado, papas cocidas, etc.
 Ilustracion de Kishi Shiotani tomada de Wikimedia Commons.