Ciencia con espiral de limón

Science with a (lemon) twist
BLOG EN RECESO TEMPORAL

martes, 5 de junio de 2012

Cuando el rango alto entra por la puerta, la enfermedad sale por la ventana

La forma en la que el estatus social afecta la salud de los miembros de un grupo ha llamado la atención de los investigadores en las últimas décadas. En humanos, por ejemplo, el nivel socioeconómico predice la probabilidad de contraer enfermedades y la longevidad, aun considerando el nivel educativo y el acceso a servicios de salud.
Es bien sabido que los miembros en los niveles más bajos de un grupo social sufren de estrés crónico y que este, a la larga, puede ocasionar problemas metabólicos, cardiovasculares y afectar la respuesta del sistema inmune.
Sin embargo, en los machos de varias especies de vertebrados en los que su éxito reproductivo depende de su rango social, el esfuerzo de obtener y mantener dicho rango aunado a los costos energéticos de la reproducción per se pueden comprometer la eficiencia de su respuesta inmune. Además, en varias especies se ha encontrado que la testosterona y los glucocorticoides pueden inhibir la función inmune. Lo curioso es que los machos dominantes también tienen niveles altos de testosterona, y buena salud.
La relación entre las hormonas, el estrés y el sistema inmune es compleja y tal vez eso haya ocasionado que se encuentren ciertos patrones en algunas especies y otros, completamente diferentes, en otras.
Hace poco, un grupo de investigadores analizaron datos recopilados en Amboseli a lo largo de 27 años para ver cuál era la relación entre estatus, enfermedad y rango social en babuinos machos. Para ello evaluaron la relación entre el tiempo que les tomaba a los machos recuperarse de una lesión o una enfermedad y su rango social, así como con el tamaño del grupo social, estación, edad y régimen alimentario.


Babuinos machos. Fotografía de Guillermina Echeverría.
Según sus resultados, el estrés provocado por la agitada vida de los machos dominantes no pareció inhibir la respuesta de su sistema inmune: era menos probable que los machos dominantes se enfermaran y cuando se enfermaron se recuperaron hasta tres veces más rápido que los machos de bajo rango.
Los resultados son un poco sorprendentes considerando que, en la misma población, se ha encontrado que los machos dominantes pueden tener un mayor número de parásitos (nemátodos) que los subordinados y a que los machos alfa tienen niveles elevados de glucocorticoides.
Es posible que los glucocorticoides no inhiban el sistema inmune de los machos alfa debido a que los factores de estrés en estos (estrés energético) son diferentes a los de los subordinados (estrés social) y ocurren en diferentes periodos de tiempo. Además, los machos alfa reciben apoyo social con mayor frecuencia que los subordinados y -muy importante- acicalamiento, gracias al cual podrían producir niveles altos de (la gloriosa) oxitocina, hormona que a su vez podría mitigar los efectos negativos de los glucocorticoides.
Por si lo anterior no fuera poco, los machos dominantes forman relaciones cercanas con las hembras del grupo, lo cual, en sí mismo podría ser un factor determinante en la disminución de los efectos negativos del estrés.
Es importante recordar que, como en otros estudios donde se encuentran relaciones entre factores, no es posible atribuir causalidad. Es decir, el hecho de que exista una relación entre variables no necesariamente implica que una sea la consecuencia de la otra. Además, es difícil decir qué es consecuencia de qué: si la buena salud del rango alto o viceversa. En consecuencia, el estudio aquí descrito da importantes pistas para entender un fenómeno, pero aun son necesarios estudios más detallados y puntuales al respecto.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org Archie, E., Altmann, J., & Alberts, S. (2012). Social status predicts wound healing in wild baboons Proceedings of the National Academy of Sciences DOI: 10.1073/pnas.1206391109

viernes, 25 de mayo de 2012

Flatulencia mesozoica y cambio climático

Hoy en día, el metano producido por las bacterias que viven en el tracto digestivo del ganado constituye una de las principales fuentes de dicho gas de efecto invernadero. Recientemente, un grupo de científicos británicos se dieron a la tarea de calcular la producción de dicho gas durante el mesozoico, cuando una buena cantidad de saurópodos poblaban la tierra.
Para su estudio utilizaron un modelo similar a aquel que se utiliza para calcular la producción de metano por herbívoros contemporáneos.
Según sus cálculos, las flatulencias de estos colosos ascendieron a 520 millones de toneladas por año, cantidad equivalente a las emisiones de metano actuales. Sin embargo, los autores también señalan que la producción pudo haber sido mayor considerando que el área vegetada disponible era mayor que la que prevalece actualmente y el clima era cálido, húmedo y sin cubiertas de hielo polar permanentes.
De acuerdo con el modelo propuesto, la producción de dicho gas pudo haber sido suficiente para que el mesozoico se mantuviera en una temperatura cálida.

Apatosaurus. Imagen de Charles R Knight tomada de Wikimedia Commons.
Es importante notar que, aunque nuestra imaginación deambule alrededor de un montón de enormes dinosaurios flatulentos, son los microbios viviendo en los estómagos de dichos dinosaurios los que hicieron posible el calentamiento global mesozoico.
Por otro lado, los dinosaurios herbívoros fueron solo una de varias maquinitas productoras de metano, por lo que la producción total de metano durante dicho periodo fue seguramente mayor a la propuesta por el modelo.
Artículo de referencia:
ResearchBlogging.org Wilkinson DM, Nisbet EG, & Ruxton GD (2012). Could methane produced by sauropod dinosaurs have helped drive Mesozoic climate warmth? Current biology : CB, 22 (9) PMID: 22575462

martes, 15 de mayo de 2012

El pensamiento analítico inhibe las creencias religiosas

El interés en los factores que determinan que unas personas tengan creencias religiosas y otras no ha crecido durante los últimos años. Sin embargo, existen pocos estudios experimentales que pongan a prueba los procesos cognitivos que pudieran estar detrás de las creencias religiosas.
Dos investigadores de la Universidad de British Columbia (William M Gervais y Ara Norenzayan) pusieron recientemente a prueba la hipótesis de que el pensamiento analítico podría ser un poderoso facilitador de la incredulidad religiosa.
De acuerdo con la teoría del proceso dual del pensamiento humano, existen dos formas principales (y que interactúan entre sí) de procesamiento de información: aquella que se basa en las respuestas intuitivas y la que depende del procesamiento analítico. De acuerdo con estudios previos los procesos cognitivos intuitivos parecen facilitar la creencia en fuerzas sobrenaturales, aspecto central de las creencias religiosas.
De acuerdo con lo anterior, si las creencias religiosas son el resultado de una serie de procesos intuitivos, el procesamiento analítico de información podría entonces inhibirlas.
Para su estudio William y Ara utilizaron 5 pruebas que incluyeron manipulaciones sutiles para promover el procesamiento analítico. Estas pruebas ya han sido utilizadas con anterioridad, por lo que su eficacia ha sido ya corroborada.
Al final de dichas pruebas midieron la incredulidad/credulidad religiosa de los participantes mediante la aplicación de pruebas estándar para ello. Los valores de religiosidad fueron comparados con aquellos obtenidos varias semanas antes de la aplicación de las pruebas de procesamiento analítico.

“El pensador” de Auguste Rodin. Imagen de  Hans Andersen tomada de Wikimedia Commons.
En las 5 pruebas el pensamiento analítico estuvo negativamente asociado con las medidas de credulidad religiosa. Es decir, a mayor procesamiento analítico menor credulidad religiosa, por lo menos de manera temporal. 
Es importante notar que el estudio de William y Ara no explica la forma en la que el procesamiento analítico influye en las creencias religiosas, por lo que el detalle de los mecanismos tendrá que ser explorado en futuros estudios.
Tambien, los autores hacen notar que estudios como el suyo no aportan una prueba respecto al valor intrínseco o la racionalidad de las creencias religiosas. Su estudio simplemente nos permite entender mejor qué procesos cognitivos –de entre seguramente una amplia variedad- están involucrados o facilitan o inhiben la credulidad religiosa.
Artículo de referencia:


ResearchBlogging.org Gervais, W., & Norenzayan, A. (2012). Analytic Thinking Promotes Religious Disbelief Science, 336 (6080), 493-496 DOI: 10.1126/science.1215647

jueves, 10 de mayo de 2012

Pescado en salsa de coco y tomate verde

½ kilo de filete de pescado
1 lata de leche de coco
¾ kilo de tomates verdes
3 cebollas medianas
Unas gotas de limón
Pasta de chile comapeño
Sal y pimienta al gusto

Fría la cebolla. Cuando este acitronada agregue una cucharada de pasta de chile comapeño.
Corte los tomates verdes en gajos y agregue a la cebolla con un poco de sal. Tape y cocine a fuego lento unos 15 minutos hasta que los tomates se hayan desecho.
Tape y cocine a fuego lento unos 15 minutos hasta que los tomates estén bien cocidos e integrados como una salsa.
Agregue la leche de coco y deje hervir por unos 5 minutos. Agregue el pescado en rebanadas y deje sazonar a fuego lento unos 10 minutos. Al final, agregue unas gotas de limón, pimienta y sirva con arroz blanco.

sábado, 5 de mayo de 2012

Se puede ser asimétrico y aun así ser sexy


En varias especies, las hembras prefieren a aquellos machos que son más simétricos, lo que ha sugerido que el grado de asimetría guarda información valiosa respecto a la calidad de una pareja potencial. Sin embargo, la diversidad de estudios y resultados respecto a este tema parece más bien sugerir que se entiende poco acerca de los factores que determinan la asimetría fluctuante.
Uno de los aspectos que no son claros, es la forma en la que el estrés ambiental afecta la asimetría de caracteres. Por ejemplo, es posible que el estrés afecte a los individuos de forma diferente dependiendo de su carga genética o que los individuos tiendan a optimizar otras características a expensas de su asimetría.
Aprovechando la existencia de 4 tamaños de peces (donde el tamaño parece estar determinado genéticamente), un grupo de investigadores de México y Estados Unidos averiguaron si la asimetría en ciertos genotipos indicaba la optimización de la tasa de crecimiento sobre un desarrollo inestable o poco óptimo.
Para ello criaron varios grupos de peces machos de la especie Xiphophorus multilineatus a los que les midieron la asimetría de sus barras verticales, ya que en estudios previos ya se había observado que las hembras parecen preferir a aquellos machos con barras simétricas. También, expusieron a un grupo de machos a una alimentación de alta calidad (y a otros no), midieron los patrones de sus otolitos (indicadores de problemas en el desarrollo) y evaluaron su atractivo (de acuerdo con la preferencia de las hembras).
Xiphohorus multilineatus. Fotografía de Molly R. Morris.
 Según sus estudios, uno de los genotipos estudiados parece estar optimizando su tasa de crecimiento a expensas de la estabilidad de su desarrollo (en este caso, simetría).
Es posible que en ciertas circunstancias ser grande rápidamente sea mejor que ser simétrico, por ejemplo, cuando el riesgo de depredación es alto. En esos casos las hembras deberían preferir a los machos grandes y en consecuencia ser asimétrico sería un indicador de “buenos genes”.
Bajo la luz de lo anterior, los autores sugieren cautela a la hora de evaluar la simetría y su atractivo. Después de todo, la preferencia de las hembras puede variar dependiendo del contexto, tal y como sucede para otros caracteres involucrados en la selección sexual.
Artículo de referencia:



ResearchBlogging.org Morris, M., Rios-Cardenas, O., Lyons, S., Scarlett Tudor, M., & Bono, L. (2012). Fluctuating asymmetry indicates the optimization of growth rate over developmental stability Functional Ecology DOI: 10.1111/j.1365-2435.2012.01983.x

miércoles, 25 de abril de 2012

De babuinos y letras

Aun cuando la habilidad de leer depende del lenguaje, también es cierto que al hacerlo extraemos información visual relacionada con los fonemas, con los significados de las palabras. y con el procesamiento visual de las letras. El procesamiento ortográfico es justo la interfaz entre el procesamiento visual y el lingüístico.
Interesantemente, el estudio del reconocimiento visual de palabras ha ignorado el hecho de que las palabras constituyen objetos visuales. En estudios recientes se ha encontrado que durante el procesamiento ortográfico se activan zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento de objetos y rostros. Esto ha impulsado una reconsideración del asunto de las palabras como objetos visuales.
Un grupo de investigadores liderado por Jonathan Grainger se dieron a la tarea de averiguar si el procesamiento lingüístico podía ser observado en ausencia de conocimiento lingüístico. Para ello, entrenaron a un grupo de babuinos a discriminar entre palabras en inglés de 4 letras y combinaciones del mismo número pero sin sentido (o no reales) en dicho idioma.

Babuino. Imagen de Guillermina Echeverría Lozano.
Según sus análisis los babuinos aprendieron a discriminar palabras reales de las que no lo eran con base en las diferencias en la combinación de letras en ambos grupos de palabras. Es decir, no solo fue de memoria.
De acuerdo con sus resultados el procesamiento ortográfico ocurre aun en ausencia los rudimentos del lenguaje. Además, el aprendizaje estadístico podría ser una poderosa generalización entre especies y pudiera estar restringido al procesamiento de objetos visuales; por lo menos en monos y humanos.
Por otro lado, el éxito del uso de símbolos para representar palabras podría deberse a la existencia de un modo de procesar información que habría ya estado presente en especies de primates anteriores al género humano. Después de todo, la lectura y la escritura aparecieron hace relativamente poco como para haber requerido cambios genéticos importantes derivados de las capacidades lingüísticas exclusivas de los humanos.
Artículo de referencia:
ResearchBlogging.org Grainger, J., Dufau, S., Montant, M., Ziegler, J., & Fagot, J. (2012). Orthographic Processing in Baboons (Papio papio) Science, 336 (6078), 245-248 DOI: 10.1126/science.1218152

domingo, 15 de abril de 2012

El color rojo no siempre es sexy en las mujeres

¿De qué color te imaginas al típico Ferrari? ¿Rojo? Imagina a una mujer muy sexy ¿te la imaginaste vestida de rojo? Se ha sugerido que los humanos tienen una predisposición biológica al color rojo, debido a que este color es “sexualmente conspicuo”.
De hecho, de acuerdo con la hipótesis de la sexualidad conspicua así como en las hembras de varias especies de primates del primer mundo, las mujeres podrían utilizar el rojo para anunciar la ovulación y la receptividad sexual. En este caso, los objetos rojos (ropa, lápiz labial, etc.) serían un indicador de la coloración de los genitales. En consecuencia, los hombres podrían encontrar atractivo el color rojo precisamente porque este color estaría asociado a la receptividad sexual. Esta hipótesis resultará conocida para aquellos que han leído “El mono desnudo” de Desmond Morris.

Piel sexual en babuinos. Fotografía de Peter Henzi.
Aunque existe cierta evidencia de que el color rojo puede influir en las evaluaciones de atractivo, no era claro si dichos resultados eran evidencia de la hipótesis de la sexualidad conspicua. De hecho, se sabe muy poco de la variación natural del color de la vulva y menos de la importancia que los hombres dan a la variación de dicha coloración.
Así que para salir de una buena vez de esta inquietante duda, un grupo de investigadores de la Universidad de Kent, liderados por Sarah E. Johns llevaron a cabo una prueba directa del supuesto principal de la hipótesis de la sexualidad conspicua. Así como lo leen: una “prueba directa”.
Un grupo de 40 hombres heterosexuales ordenaron 16 fragmentos de imágenes manipuladas de vulvas donde el valor 0 (cero) correspondería a las vulvas menos atractivas y el 100 a las más atractivas. El color de todas las imágenes fue modificado para presentar varias tonalidades desde el rosa hasta el rojo.
Según sus resultados los voluntarios ordenaron como menos atractivas las imágenes más rojas. Es decir, en términos generales las vulvas más rojas provocaron cierta aversión. Esto tiene sentido si pensamos que ciertas condiciones infecciosas están asociadas al enrojecimiento de la vulva, por ejemplo, la vulvovaginitis candidiásica y la tricomoniasis.
En consecuencia, los resultados del estudio de Sarah y su equipo ponen en duda la hipótesis de la sexualidad conspicua y la creencia de que el rojo es una señal de atractivo sexual en humanos donde dicho color se asocia al color de la vulva. Más aun, el estudio subraya la importancia de evaluar de forma cuidadosa las señales visuales entre humanos y la forma en la que son interpretadas.
Así que pueden ir en paz, los vestidos y los labios rojos no necesariamente nos recuerdan vulvas rojas ni periodos de receptividad sexual.


Pintura original de John William Godward tomada de Wikimedia Commons.
ResearchBlogging.org Johns, S., Hargrave, L., & Newton-Fisher, N. (2012). Red Is Not a Proxy Signal for Female Genitalia in Humans PLoS ONE, 7 (4) DOI: 10.1371/journal.pone.0034669

viernes, 13 de abril de 2012

Arroz con tocino y cacahuate

2 tazas de arroz
½ taza de cacahuate tostado
150 g de tocino en cubitos
2 dientes de ajo
4 jitomates (la pulpa)
4 tazas de agua
Sal al gusto




Fría el tocino con tantita cebolla hasta que se dore.


Añada el arroz hasta que se dore bien (al moverlo suena como si fuera arena).

Licúe el cacahuate, el jitomate, el ajo y la sal utilizando las 4 tazas de agua.
Añada la mezcla al arroz, tape la cazuela y cocine a fuego lento durante unos 20 minutos.
Disfrute. Coma frutas y verduras.

jueves, 5 de abril de 2012

La extinción de los Neandertales podría no haber sido culpa de los Homo sapiens

En los últimos años, los restos neandertales (Homo neanderthalensis) han sido sujetos de varios estudios genéticos, principalmente acerca de la relación entre éstos y otros homínidos, así como respecto a la mezcla entre éstos y los humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens). Sorprendentemente, sin embargo, se sabe poco acerca de los procesos poblacionales por los que atravesaba dicha especie antes de extinguirse.
Es decir, no se sabía –hasta hace poco- prácticamente nada respecto a su variabilidad genética antes de que entraran en contacto con los humanos modernos; a quienes ya casi por tradición se les ha echado la culpa de su extinción.
Recientemente, en un estudio multinacional y multinstitucional, diez investigadores analizaron la variabilidad genética del ADN mitocondrial proveniente de 13 individuos de la especie Homo neanderthalensis. Según sus resultados, los neandertales del oeste de Europa tuvieron una trayectoria diferente a la de las poblaciones del este después de la divergencia entre ambos grupos. Al parecer, las poblaciones del oeste pudieron haber sufrido una extinción local seguida de una recolonización a partir de una pequeña poblacional reminiscente en dicha zona. Por otro lado, los neandertales del este parecen haber contado con una continuidad genética hasta que la especie desapareció hace unos 28 mil años. 

Primera reconstrucción de un neandertal (1888) por Hermann Schaaffhausen, tomado de Wikimedia Commons.
 Por otro lado, aunque algunos estudios sobre neandertales se habían centrado en sus movimientos del norte al sur de Europa, ahora parece que algunos eventos climáticos extremos pudieron haber precipitado extinciones locales en lugar de movimientos poblacionales. Dichas hipótesis embonan bastante bien con los resultados del estudio aquí comentado. Al parecer, dichos breves -pero intensamente fríos períodos- pudieron haber ocasionado extinciones locales de poblaciones neandertales antes de que los humanos modernos pudieran compartir territorios con ellos.
En otras palabras, la variabilidad genética de los neandertales estuvo muy reducida durante los últimos 10 mil años en los que la especie existió, por lo que los humanos pudieron no haber sido (completamente) responsables de la extinción de dicha especie.
Artículo de referencia:
ResearchBlogging.org
Dalen, L., Orlando, L., Shapiro, B., Durling, M., Quam, R., Gilbert, M., Diez Fernandez-Lomana, J., Willerslev, E., Arsuaga, J., & Gotherstrom, A. (2012). Partial genetic turnover in neandertals: continuity in the east and population replacement in the west Molecular Biology and Evolution DOI: 10.1093/molbev/mss074

domingo, 25 de marzo de 2012

El uso de herramientas en osos pardos y la evolución de la inteligencia

Recientemente, fue descrito un evento aislado de uso de herramientas por un oso pardo (Ursus arctos). Lo que el úrsido en cuestión hizo fue utilizar varias rocas cubiertas de percebes, de forma repetida, para frotarse el hocico y el cuello después de haberse alimentado con los restos de una ballena. En cada uno de los tres casos, el oso tomó una roca entre sus patas, la giró, froto su cuerpo y la arrojó. Es probable que con esta conducta el oso haya eliminado restos de carne y aceite de la ballena que se quedaron pegados en su pelaje. 
Dicha conducta, es considerada como “uso de herramienta” debido a que el oso utilizó libremente un objeto (las rocas cubiertas de percebes) en una interacción mecánica dirigida (raspar las rocas contra su cuerpo) para crear un cambio en otro objeto (en este caso él mismo).
Oso pardo. Imagen del archivo del  U.S. Fish & Wildlife Service Digital Library System tomada de Wikimedia Commons.

El uso de herramientas ha sido descrito en varias especies, desde los primates hasta algunos invertebrados, pasando por algunas aves, mamíferos marinos y peces. Sin embargo, la variedad de especies en las que los casos (aislados todos ellos) de uso de herramientas han sido descritos deben alertarnos sobre algo más que el uso animal de herramientas en sí: la forma en la que abordamos los fenómenos que observamos.
El uso de herramientas fue descrito en primates por primera vez y la presencia de dicha conducta se uso ampliamente como evidencia de las habilidades cognitivas de los mismos, en buena parte porque podían involucrar una planeación premeditada y la transmisión horizontal de normas. En muchos casos se ha hablado de “cultura animal” cuando se ha observado el uso extendido de herramientas dentro de una población. El uso de dicho termino ha disminuido, debido en parte a que la conducta fue descrita en otras especies consideradas como menos complejas cognitivamente hablando. 
Otras conductas (como la reconciliación) también han parecido seguir un patrón similar, coincidentemente son conductas que parecieran “muy humanas”. Es decir, pareciera que la tentación de considerar una conducta como “muy compleja” se ha dado en los casos en que las mismas se encuentran presentes en humanos. 
Entonces, es recomendable que el estudio del uso de herramientas en animales no humanos, así como el de otras conductas -también presentes en los humanos- sean vistas con menos pasión y más frialdad y objetividad. Para entender los puntos en que diferentes especies coinciden y divergen –cognitivamente hablando- es importante evitar sesgos antropocéntricos. 
En cualquier caso, un estudio más profundo de las habilidades cognitivas de los osos pardos nos ayudará a entender mejor cómo es que estos carnívoros interactúan con el medio y con otros osos, y como los hallazgos que de dicho estudio se deriven se integran en el amplio campo de la evolución cognitiva.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Deecke, V. (2012). Tool-use in the brown bear (Ursus arctos) Animal Cognition DOI: 10.1007/s10071-012-0475-0

martes, 20 de marzo de 2012

Chiles y zanahorias en vinagre al curry


200 gramos de chiles jalapeños rebanados y desvenados
1 cebolla grande
200 gramos de zanahorias
½ cucharadita de curry hindú
½ cucharadita de hinojo
2 pimientas gordas
4 hojas de laurel
200 ml de vinagre de vino blanco al estragón
2 cucharadas de miel de abeja
Se fríen la cebolla en gajos y los chiles con un poco de sal.
Se rallan las zanahorias y se agregan. Después de 5 minutos se agrega el vinagre, la pimienta, el curry, el hinojo, el laurel y se tapa la cazuela. Se cuece a fuego muy bajo durante unos 15 minutos. Se apaga, se agrega la miel y se revuelve. Se deja enfriar con la tapa puesta para que no se deshidrate.

jueves, 15 de marzo de 2012

El reloj biológico y el sistema inmune comparten horarios


Desde hace tiempo se sospechaba que los ritmos circadianos (es decir, la forma en la que los procesos biológicos oscilan durante un periodo de 24 horas) tienen una fuerte influencia sobre la forma en la que el sistema inmune reacciona. Por ejemplo, las inflamaciones son más frecuentes durante la noche y la artritis reumatoide tiene variaciones diurnas en la severidad de los síntomas. 
Pintura de Jacobus Hendrik Pierneef, imagen de Michael Stevenson tomada de Wikimedia Commons.
 Con el afán de entender la forma en la que el sistema inmune reconoce a los patógenos y la forma en la que dicho reconocimiento se relaciona con los ritmos circadianos, un grupo de investigadores estudiaron la expresión y función de la proteína TLR9. Dicha proteína se encuentra en las células encargadas de la reacción inmune como los macrófagos y las células dendríticas. La TLR9 reconoce patrones moleculares asociadas a patógenos de una manera muy incluyente: reconoce DNA bacteriano y viral.
Utilizando un modelo con ratones, el estudio demostró que la cantidad de TLR9 producida y la forma en la que funcionaba variaban a lo largo del día. Es decir, su comportamiento está controlado por el reloj biológico.
Este hallazgo es relevante porque demuestra una relación directa entre los sistemas circadiano e inmune, lo cual, tiene implicaciones importantes. Una vez que este tipo de sistemas sean mejor entendidos los pacientes se verán beneficiados con terapias que tomen en cuenta la hora del día en la que son más susceptibles de contraer infecciones o desarrollar procesos inflamatorios severos, por ejemplo.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Silver, A., Arjona, A., Walker, W., & Fikrig, E. (2012). The Circadian Clock Controls Toll-like Receptor 9-Mediated Innate and Adaptive Immunity Immunity, 36 (2), 251-261 DOI: 10.1016/j.immuni.2011.12.017

lunes, 5 de marzo de 2012

La presencia de machos atractivos quita el hambre a ciertas hembras

Es cada vez más claro que los adornos u ornamentos masculinos, presentes en diversas especies, son efectivos debido a que explotan sesgos sensoriales preexistentes. Es decir, los machos de algunas especies podrían haber evolucionado ornamentos para los que las hembras estuvieran predispuestas a responder, por ejemplo, aquellos relacionados con la detección de alimento.
Los machos se verían beneficiados con la utilización de estas “trampas sensoriales” porque, como resultado, las hembras se verían atraídas a ellos, incrementando las oportunidades de apareamiento.
Sin embargo, si las hembras estuvieran respondiendo a ornamentos que imitan presas esto podría significar un costo para ellas ya que podrían dejar de responder al modelo original (el alimento) del que el ornamento obtiene la ventaja. En consecuencia, las hembras podrían perder valioso tiempo de alimentación distraídas por los ornamentos masculinos.
Lo anterior había sido una hipótesis respecto al costo potencial en el que las hembras incurren al responder a ornamentos masculinos, pero no había sido demostrado hasta hace muy poco. Fueron Constantino Macías García y Yolitzi Saldívar Lemus, del Instituto de Ecología de la UNAM quienes demostraron que en varias especies de peces godeidos las hembras incurren en costos negativos al responder a la atractiva cola de los machos de dicho grupo de peces. Las especies consideradas en su estudio fueron Chapalichtys pardalis, Ameca splendens, Xenotoca variata, Xenoophorus captivus, Xenotoca eiseni y Characodon audax.
Hembra (arriba) y macho (abajo) de Ameca splendens. Imagen de Przemysław Malkowski tomada de Wikimedia Commons.
  
En los godeidos los machos tienen una banda amarilla vertical en su aleta caudal (cola) que asemeja a las larvas de algunos caballitos del diablo, uno de los alimentos favoritos de estos peces.
Según sus experimentos las hembras de estos peces fueron menos eficaces al alimentarse en presencia de machos cuyas colas asemejaban la forma de ciertas presas, particularmente cuando ambos estímulos estuvieron presentes. En todas, menos una especie, las hembras experimentaron perdida de peso después de los experimentos; y en cuatro de las seis especies estudiadas las hembras pasaron más tiempo admirando a los machos que alimentándose, aun cuando en todos los casos las hembras habían sido privadas de alimento las 24 horas previas a los experimentos. Es decir, si no comieron no fue por falta de hambre.
En su estudio todas las hembras estaban preñadas cuando se hicieron los experimentos por lo que no eran sexualmente receptivas y no fueron cortejadas por los machos debido a que los machos estuvieron en peceras aledañas. Además, gracias a la iluminación utilizada, las hembras podían ver a los machos sin que ellos las vieran por lo que no fueron molestadas por los avances masculinos en ningún momento.
Macho de Ameca splendens. Imagen de Marie France Janelle tomada de Wikimedia Commons.
 Ahora bien, las tasas de apareamiento elevadas y el cortejo constante podrían ser costosas para las hembras de especies que caen en las trampas sensoriales como las aquí descritas. En tal caso, las hembras deberían evolucionar mecanismos que les permitieran “escapar” de dichas trampas. En consecuencia, los machos podrían verse obligados a desarrollar ornamentos cada vez más exagerados. Este proceso es justo uno de los que se han propuesto para explicar la evolución de los exagerados ornamentos masculinos presentes en diversas especies.
No es claro si las hembras de los godeidos han evolucionado mecanismos de defensa contra la trampa sensorial de los machos, pero el hecho de que Ameca splendens (especie donde los machos tienen las colas más vistosas) sea la única especie herbívora podría ser una consecuencia de los costos alimenticios impuestos a las hembras por las sexys colas de los machos. No hay prueba de ello, pero es una posible explicación.
Por lo pronto, el estudio de Constantino y Yolitzi es el primero en demostrar que, en ciertas especies, las trampas sensoriales masculinas que imitan la forma de ciertas presas influyen en la eficiencia de las hembras para alimentarse.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Garcia, C., & Lemus, Y. (2012). Foraging costs drive female resistance to a sensory trap Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences DOI: 10.1098/rspb.2011.2611

sábado, 25 de febrero de 2012

Sexys sin saberlo

La coloración iridiscente se debe al acomodo de una o varias diminutas estructuras con diferentes índices de refracción. En el reino animal, la iridiscencia hace que los bichos tengan una coloración cambiante dependiendo del ángulo de luz. Dicha coloración ha sido reportada en aves y artrópodos, y muy pocas veces en mamíferos. Una de las hipótesis mas socorridas para tratar de explicar este tipo de coloración es la selección sexual. Es decir, las coloraciones brillantes y atractivas pudieron haber sido seleccionadas para atraer parejas sexuales potenciales.
Sin embargo, el hecho de que los topos dorados pertenecientes a la familia Chrysochloridae tengan un pelaje iridiscente es de llamar la atención: estos subterráneos animalitos son ciegos. Como quien dice, estos topos no solo deambulan en la obscuridad con un hermoso y atractivo pelaje, sino que aun en el caso en el que la luz los iluminara ellos no notarían los cambiantes y sexys destellos de otros congéneres.
Debido a esta paradoja de la naturaleza, un grupo de investigadores liderados por Holly K Snyder decidieron examinar las bases físicas de tan coqueta coloración. En su estudio fueron aplicadas toda una variedad de técnicas para analizar el pelaje de 4 especies de topos dorados (Amblysomus hottentotus, Amblysomus septentrionals, Chrysochloris asiatica y Eremitalpa granti). Por ejemplo, midieron la reflectividad, examinaron con un microscopio electrónico de barrido la morfología externa, utilizaron microscopía electrónica para examinar la ultraestructura del pelaje y utilizaron un modelaje óptico para identificar las bases físicas de la producción de colores iridiscentes. 
Eremitalpa granti. Imagen de Pfinge tomada de Wikimedia Commons.
Los autores encontraron que la iridiscencia de estos topos se debe a la estructura aplanada que permite reflejar mejor la luz, a las escamas comprimidas que proporcionan una superficie con mayor reflectancia y a las capas claras y obscuras de la cutícula capilar que fungen como reflectores superpuestos.
El estudio de Holly y su equipo es el primero en reportar la ultraestructura de un pelaje de mamífero y dar una explicación a la coloración iridiscente del grupo en cuestión.
Los autores concluyen que, considerando su ceguera, es muy poco probable que el pelaje de estos topos haya evolucionado a través de selección sexual; y considerando el ambiente en el que se desenvuelven es también poco probable que funja como camuflaje.
Sin embargo, es posible que un mayor número de escamas capilares impidan que los pelos de estos animales se rompan debido a la fricción constante que experimentan en sus túneles subterráneos. Adicionalmente, es posible que la estructura observada permita a los topos moverse con mayor agilidad entre la arena y la tierra. Es decir, el pelaje podría tener una función mecánica, no reproductiva, y por lo tanto la atractiva iridiscencia de los topos dorados podría ser simplemente una consecuencia azarosa de lo primero.
La función mecánica del pelaje de los topos dorados debe aun ser corroborada con estudios y experimentos al respecto. Por lo pronto, los topos dorados nos han demostrado que se puede ser sexy sin saberlo.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Snyder, H., Maia, R., D'Alba, L., Shultz, A., Rowe, K., Rowe, K., & Shawkey, M. (2012). Iridescent colour production in hairs of blind golden moles (Chrysochloridae) Biology Letters DOI: 10.1098/rsbl.2011.1168

jueves, 23 de febrero de 2012

Estofado de res, berenjena, apio y ciruela pasa

Fotografia de Guillermina.

Se corta la cebolla en gajos finos y el apio en rebanadas pequeñas y se fríen en poco aceite. Se agrega sal y la carne en trozos pequeños hasta que tanto la cebolla como la carne estén ligeramente doradas. Se añade el puré de tomate y se baja el fuego lo más bajo posible. Se cuece por 10 minutos. Se añade la berenjena en trozos y se cuece por una media hora a fuego muy bajo y con la tapa de la cazuela puesta. Se corta la ciruela pasa sin semilla en cuartos y se añade al guiso justo antes de apagar. Revuelva, espere 5 minutos y sirva.