| En la historia reciente de la biología evolutiva es   probable que pocas disciplinas hayan recibido tantas críticas como la   psicología evolutiva. Aunque los estudios y los grupos de investigación son   variados y no en todos los casos –debido a su irrefutable calidad-   susceptibles de agudas críticas, es cada vez más evidente que la psicología   evolutiva necesita reconsiderar algunas de sus líneas de estudio, en   particular, aquellas que se basan en cuatro principios principales: 1) la   idea del ambiente de adaptación evolutiva, 2) el gradualismo, 3) la   modularidad masiva, y 4) la idea de una naturaleza humana universal. El concepto del ambiente   de adaptación evolutiva sugiere que los mecanismos y características   psicológicas que hoy rigen nuestros cerebros evolucionaron en ambientes   ancestrales, no existentes hoy en día, a los que seguimos respondiendo. Es   decir, como si hoy en día nuestros cráneos albergaran cerebros de la edad de   piedra. Varios psicólogos evolutivos sostienen que nuestras mentes no se han   puesto al corriente con los ambientes modernos en los que vivimos, los cuales   han sufrido cambios drásticos recientemente. Es decir, nuestras mentes   responden a la acción de complejos de genes que no han respondido a la   selección reciente debido, por lo tanto, a cierto gradualismo. Según la idea de la modularidad masiva nuestra mente estaría dividida en módulos   especializados que se fueron desarrollando en respuesta a los problemas   adaptativos que han marcado la historia evolutiva humana. En consecuencia, todo   lo anterior contribuiría a una naturaleza   humana universal resultado de los procesos evolutivos que nos han   moldeado. La psicología evolutiva surgió a principios de los   80s siendo el grupo de la Universidad de California en Santa Barbara uno de   los principales, pero desde entonces, varias disciplinas han hecho   descubrimientos importantes que deben ser tomados en cuenta por los   psicólogos evolutivos. Por ejemplo, a principios de los 80s nuestro   conocimiento del genoma humano era limitado, pero hoy en día los genetistas   han ideado formas de detectar qué genes han sufrido selección reciente. Como   resultado se ha visto que han ocurrido cambios genéticos sustanciales en los   últimos 50,000 años en probablemente alrededor del 10% de los genes humanos. Una psicología evolutiva actualizada necesita   entonces lidiar con la posibilidad de que han ocurrido cambios rápidos y   recientes que podrían haber modificado los circuitos de nuestro cerebro. La psicología evolutiva también ha enfatizado la   universalidad de la naturaleza humana y, aunque la idea es atractiva y   pudiera ser cierta hasta cierto punto, las neurociencias y la psicología del   desarrollo nos han  señalado recientemente   la importancia de la plasticidad y maleabilidad del cerebro humano. Además,   no podemos olvidar que nuestra especie depende en gran medida del aprendizaje   y la cultura, y que dichos procesos han intervenido en la diversidad genética   de los grupos humanos.  De hecho, la coevolución de genes y cultura podría   ser una fuerza importante en el cambio genético humano reciente. Por ejemplo,   la ganadería ha favorecido la dispersión de alelos relacionados con la   tolerancia a la lactosa en adultos. También, otros hábitos alimentarios han   sido una fuerza selectiva en humanos: varios genes relacionados con el   metabolismo de carbohidratos, lípidos y fosfatos parecen haber sido   seleccionados hace relativamente poco tiempo. 
 
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Bolhuis, J., Brown, G., Richardson, R., & Laland, K. (2011). Darwin in Mind: New Opportunities for Evolutionary Psychology PLoS Biology, 9 (7) DOI: 10.1371/journal.pbio.1001109

 
 





 
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