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viernes, 5 de agosto de 2011

Codicia, cooperación y castigo entre los Turkana


Muchos mamíferos son capaces de cooperar entre sí, pero solo los humanos pueden hacerlo a gran escala. Aun en el caos de las ciudades –y aunque a veces no lo parezca- los humanos estamos cooperando cuando seguimos las reglas establecidas para, por ejemplo, el tránsito de los automóviles y peatones en los cruces viales. Sin embargo, esta cooperación no es de a gratis, para tal efecto hay instituciones coercitivas que permiten la aplicación de sanciones para aquellos que se rehúsen a cooperar.
Uno de los retos teóricos y prácticos del estudio de la cooperación viene cuando se quiere explicar la existencia de intercambios cooperativos a gran escala en ausencia de dichas instituciones. Mas aun, existe la creencia de que la cooperación humana y sus mecanismos evolucionaron en pequeños grupos de cazadores o recolectores donde el parentesco y las interacciones frecuentes entre los individuos hacían que la cooperación fluyera de forma más natural, digamos.
Sin embargo, hay evidencia de que numerosas sociedades humanas prehistóricas eran mucho más grandes que aquellas de cazadores-recolectores o de pastores contemporáneos, donde además no existían instituciones coercitivas, leyes ni autoridades que reforzaran el cumplimiento de las normas sociales que permiten el funcionamiento de las sociedades y su permanencia a largo plazo.
Una visión alternativa sugiere que la cooperación pudo haber evolucionado no necesariamente en un contexto de grupos pequeños, si no en grupos más grandes donde además el lenguaje común constituía la fuerza cohesiva que permitió que la cooperación evolucionara en grupos más grandes que la banda familiar.
Por otro lado, algunos modelos recientes sugieren que los sistemas de castigo informal (no institucionalizado) pueden ser el toque mágico que se necesita para que la cooperación siga llevándose a cabo en ausencia del castigo institucionalizado.
Para entender mejor de qué manera el castigo pudo haber sido un factor importante en la evolución de la cooperación en grupos grandes sin instituciones coercitivas, Sarah Mathew y Robert Boyd de la Universidad de California, en los Ángeles, llevaron a cabo un estudio cuantitativo sobre los enfrentamientos de los Turkana, un grupo nómada de pastores del este de África.
Pastores Turkana. Fotografía de Rainier5 tomada de Wikimedia Commons.
 
Los Turkana son un grupo etnolingüístico grande donde los miembros de los numerosos grupos a menudo cooperan para llevar a cabo incursiones para apoderarse del ganado de otros grupos. Estas incursiones pueden ser pacíficas (cuando el ganado es silenciosamente robado) o forzadas con niveles variados de violencia donde los participantes pueden incluso llegar a perder la vida.
Los grupos que llevan a cabo las incursiones pueden estar compuestos por varios cientos de guerreros, pero entre los Turkana no existe una autoridad militar o política centralizada. Los ancianos tienen el privilegio de la toma de decisiones y son quienes se encargan de arbitrar las disputas; sin tener por ello una embestidura coercitiva.
Los participantes pueden negarse diplomáticamente antes de la incursión, pero para ello necesitan buenas razones. Algunos participantes pueden verse tentados a disfrutar de los beneficios de las incursiones (su parte del ganado obtenido) sin tener que pagar el costo (heridas o la muerte), por lo que podrían quedarse en la periferia o atrás del grupo en incursión y no cooperar en la obtención directa del botín. Las deserciones ocurren en el 43% de las incursiones forzadas.
Los oportunistas no pasan inadvertidos y los desertores son sancionados en el 67% de las incursiones donde la cobardía haya sido observada. El castigo puede involucrar sanciones verbales (carrilla pura y directa) y castigo corporal. Es posible que haya una tendencia a que el castigo a la cobardía en las incursiones pacificas sea verbal mientras que haya un mayor porcentaje de castigo físico para los desertores de incursiones forzadas. Aunque seria interesante saber lo anterior, el estudio de Sarah y Robert, no arrojó información detallada al respecto.
Al parecer, es entonces el castigo informal el que mantiene la cooperación a gran escala entre los Turkana. También, su estudio sugiere que las normas informales que rigen las incursiones de los Turkana benefician al grupo etnolingüístico completo (mas o menos medio millón de personas). Según sus resultados el castigo pudo haber sido un elemento importante en la evolución de la cooperación, particularmente entre grupos numerosos con una lengua común.
Además del idioma, otros elementos pudieron haber contribuido a la cohesión social y por tanto, a la cooperación. Según un modelo desarrollado por Carlos P Roca y Dirk Helbing cuando la codicia es moderada la cohesión social se ve favorecida. Esto tal vez tenga mucho sentido en sociedades como los Turkana donde los individuos obtienen beneficios indudables (en la forma de ganado) como resultado de sus incursiones pero donde un exceso de codicia podría poner al grupo y la frecuencia de los intercambios cooperativos en riesgo. La forma en la que los numerosos estudios y modelos sobre la cooperación humana se relacionan entre sí (si es el caso) es sin duda uno de los retos dentro del área.
El estudio de Sarah y Robert es una aproximación interesante a la comprensión de la cooperación humana en grupos humanos grandes sin leyes ni justicia formal. Quedan algunos cabos sueltos que podrán ser atados en estudios posteriores. Por ejemplo, además del castigo debe haber incentivos positivos para la cooperación. Los guerreros valientes y exitosos deben ser premiados por la sociedad Turkana de alguna manera.
Aunque los estudios en sociedades de pastores nómadas contemporáneos pueden darnos indicios respecto a la forma en la que funcionaron sociedades similares en la historia evolutiva humana, la aportación es necesariamente limitada. Mientras más nos queramos remontar en el pasado –y por tanto en los orígenes humanos- es más probable que muchos aspectos hayan sido muy diferentes en formas que tal vez ni siquiera podemos imaginarnos con claridad. Con este riesgo en mente, los estudios cuantitativos y los modelos matemáticos son todos bienvenidos para entender como es que llegamos a ser una especie tan cooperadora. 
Danza tradicional entre los Turkana. Fotografía de Rainier5 tomada de Wikimedia Commons.
Artículos de referencia:


ResearchBlogging.org
Mathew, S., & Boyd, R. (2011). Punishment sustains large-scale cooperation in prestate warfare Proceedings of the National Academy of Sciences, 108 (28), 11375-11380 DOI: 10.1073/pnas.1105604108
Roca, C., & Helbing, D. (2011). Emergence of social cohesion in a model society of greedy, mobile individuals Proceedings of the National Academy of Sciences, 108 (28), 11370-11374 DOI: 10.1073/pnas.1101044108

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