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sábado, 25 de diciembre de 2010

Cuando las flores con otro nombre no huelen tan dulce

"What's in a name? That which we call a rose
By any other name would smell as sweet."


“¿Que hay en un nombre? Eso a lo que llamamos rosa, 
con cualquier otro nombre conservaría su dulce aroma.”

Romeo y Julieta, W. Shakespeare.
Las flores son preferidas en la conquista amorosa y en las comparaciones metafóricas. Las flores inspiran nuestros sentidos e imaginación, pero sobre todo, inspiran a los polinizadores. Si creemos que nadie como nosotros para sucumbir ante su aroma y su belleza es porque no hemos observado con cuidado un campo de flores. Si alguien sucumbe ante las flores son las criaturas que visitan flores de manera regular. Abejas, mariposas, abejorros, escarabajos, aves y toda suerte de pequeños –y no tan pequeños-seres son atraídos por el polen y el néctar que ofrecen las flores en sus innumerables formas y tamaños.
Muchas flores dependen de los polinizadores para ser fecundadas y entonces generar un fruto y reproducirse. Y saben bien su negocio pues los polinizadores son atraídos irremediablemente a las flores en busca de polen, néctar y otros tipos de recompensas. Flores y polinizadores han coevolucionado por muchos miles de años. En algunos casos un solo polinizador puede asociarse con una sola especie vegetal. Para su sobrevivencia, ambos dependen exclusivamente del otro.
Entender exactamente de qué manera ha ocurrido esta danza evolutiva entre especies vegetales, sus flores y los polinizadores que las fecundan es el tema de una de las áreas de la ecología evolutiva más fructíferas y amplias. Hoy en día sabemos cosas muy interesantes respecto a este tipo de interacción entre plantas y animales. Sabemos por ejemplo que muchos polinizadores se guían por pistas visuales para hallar a sus flores favoritas.
También, los compuestos orgánicos volátiles juegan un papel importante en este tipo de interacción y existen interesantes métodos para estudiar la manera en la que dichos compuestos atraen o repelen a los polinizadores. Por ejemplo, en un estudio reciente llevado a cabo por un equipo de 7 investigadores liderados por Claire Suchet de la Universidad Paul Sabatier utilizaron una técnica conocida como electroantenografía mediante la que es posible medir la respuesta de los receptores olfatorios en la antena de un insecto bajo un estímulo olfativo dado.
Entonces si por otro lado se miden los compuestos orgánicos volátiles de una flor es posible saber cuál es la sensibilidad de las antenas de un insecto ante dichos compuestos. Esto fue justamente lo que hicieron Claire y sus colaboradores en un estudio centrado en la variación de aromas de dos subespecies de Antirrhinum majus (dragonaria): Antirrhinum majus striatum y Antirrhinum majus pseudomajus. Dado que en los pirineos del este éstas flores son muy visitadas por hordas de abejorros (Bombus terrestris) su estudio consideró a estos pachones insectos.
Antirrhinum majus striatum y Antirrhinum majus pseudomajus, fotografía tomada del artículo de referencia.
En su estudio, Claire y su equipo encontraron que las flores de dragonaria emitían hasta 37 compuestos orgánicos volátiles y que ambas subespecies diferían en su aroma, es decir, variaban en la proporción y el tipo de estos compuestos. También encontraron que los abejorros parecen ser sensibles a dichas diferencias y de hecho tener cierta aversión por un compuesto llamado acetofenona que se encuentra en un alto porcentaje en Antirrhinum majus pseudomajus, es decir, la dragonaria magenta.
¿Cuáles son las consecuencias de que esta brillante flor no huela tan dulce para los abejorros? ¿porqué las flores magenta producen cantidades alocadas de acetofenona mientras las amarillas no lo hacen?
Podría ser que el tipo magenta produce dicho compuesto como consecuencia de la síntesis de la antocianina, el compuesto relacionado con la coloración magenta. Sin embargo, esta pregunta tendrá que contestarse en el futuro porque hasta el momento se sabe poco acerca de la síntesis de la acetofenona.
¿Porqué no han desaparecido las flores magenta si los abejorritos no las prefieren? Bueno, es posible que las flores magenta hayan ganado una batalla diferente a las atractivas flores amarillas. Para atraer polinizadores es posible que las flores magenta proporcionen un premio más jugoso para los abejorros, por ejemplo, en la forma de un  néctar más suculento. Entonces, algunos abejorros aprenderían a dirigirse hacia las flores amarillas por tener un aroma más dulce, mientras que otros abejorros podrían dirigirse a las magenta –a pesar de su poco atractivo tufo- si ello significara obtener un néctar de mayor calidad. En el futuro, Claire y su equipo planean averiguar si las flores con una repulsiva producción de acetofenona compensan con un polen más rico para atraer a los polinizadores.
Claire y su equipo demostraron con su florido estudio que los compuestos orgánicos volátiles juegan un papel fundamental en la ecología evolutiva de las dragonarias y su interacción con los abejorros.
Aunque para Julieta si la rosa tuviera otro nombre sería igualmente dulce, para los abejorros –esos gordinflones conocedores de las flores- no es así. Para ellos, algunas flores con nombres (científicos) diferentes definitivamente no huelen igual.
Abejorro visitando otro tipo de flor. Fotografía de Simon Koopmann tomada de Wikimedia Commons.
Artículo de referencia:

ResearchBlogging.org
Suchet, C., Dormont, L., Schatz, B., Giurfa, M., Simon, V., Raynaud, C., & Chave, J. (2010). Floral scent variation in two Antirrhinum majus subspecies influences the choice of naïve bumblebees Behavioral Ecology and Sociobiology DOI: 10.1007/s00265-010-1106-x

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