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viernes, 5 de noviembre de 2010

El amor apasionado, la cognición corporizada y la ciudad


Stephanie Ortigue es una especie de Carrie Bradshaw de la psicología y las ciencias cognitivas. Stephanie también vive y trabaja en Nueva York -aunque no en Manhattan- y también le interesan las relaciones interpersonales y de pareja. Sin embargo, Stephanie no se conforma con platicar con sus amigas sobre estos temas: Stephanie invita voluntarios a su laboratorio para que la ayuden a contestar cuestionarios, realiza experimentos e incluso toma imágenes de resonancia magnética de sus cerebros durante los mismos.
Las conclusiones a las que llega Stephanie no las publica en The New York Star, como Carrie. Stephanie publica sus hallazgos sobre el amor apasionado, la amistad, la autoconsciencia, así como sobre las intenciones, deseos y acciones de las personas -entre otros temas- en revistas especializadas en psicología y neurociencias. De hecho, recientemente publicó, junto con algunos colegas, un artículo sobre el entendimiento de la intención motora entre parejas enamoradas en la revista Journal of Social and Personal Relationships.
Stephanie Ortigue y sus colaboradores Nisa Patel, Francesco Bianchi-Demicheli y Scott T. Grafton querían ahondar en el entendimiento de la intención entre parejas enamoradas apasionadamente y su relación con la cognición corporizada (o embodied cognition). Es decir, querían saber más sobre cómo es que las parejas enamoradas son capaces de entender la intención y predecir las acciones de sus medias naranjas, y cómo se relaciona esto con la forma en la que integramos las experiencias vividas.
El entendimiento mutuo de las acciones de una pareja ocurre cuando uno de los miembros adivina la intención del otro aun antes de que él o ella concluyan la acción. Por ejemplo cuando un miembro de la amorosa díada “sabe” que el otro va a tomar agua simplemente por la manera en la que agarra el vaso.
La primera parte del experimento del equipo neoyorquino consistió en colocar anuncios en los que se solicitaban parejas “apasionadamente enamoradas” y díadas de amigos. Una vez que los curiosos y/o entusiastas voluntarios llegaban, la siguiente tarea fue distinguir a aquellos voluntarios que efectivamente estuvieran “apasionadamente enamorados” de aquellos que solo experimentaban un “amor de compañía” (companionate love). Este último se refiere a aquel que puede ocurrir entre mejores amigos, donde existe afecto y compromiso pero donde no necesariamente existe excitación sexual.
 Diada apasionadamente enamorada. Autor desconocido.
Para poder separar a los voluntarios Stephanie y su equipo utilizaron la escala del amor apasionado. Si, en efecto, hay una escala para medir la pasión existente en una relación (por la que seguramente Carrie hubiera dado sus Manolo Blahnik a cambio). También, utilizaron las escala del amor de compañía (companionate love scale) y la escala de la inclusión del otro en uno mismo (Inclusion of other in self scale).
La siguiente tarea fue obtener varios cuadros de video de las manos y el antebrazo de los participantes y sus parejas o amigos. En estos videos los voluntarios llevaban a cabo seis diferentes acciones intencionales y seis acciones no intencionales. Por ejemplo, escribir sobre un papel vs escribir sobre la mesa, cortar con tijeras vs “pintar” con las tijeras, etc. Es decir, intenciones “correctas” e “incorrectas”. Los videos se dividieron en cuadros donde cada uno de ellos representaba solo una parte de la acción completa.
Después, los participantes observaron tres cuadros (de la acción completa) por un máximo de 2.5 segundos en total y calificaron la intención de las acciones realizadas que observaban en ellos. En dichos cuadros, podían observarse a sí mismos, sus parejas y a un extraño, pero sin saber quién aparecía en ellos. Los participantes entonces debían inferir -tan rápido como pudieran- si el resultado de las acciones observadas era intencional o no.
Stephanie y su equipo encontraron que los participantes podían inferir la intención de las acciones observadas mucho más rápido cuando los videos que observaban correspondían a sí mismos o a sus parejas, especialmente cuando los participantes se encontraban enamorados apasionadamente. De hecho, no hubo diferencia en el tiempo que tardaron en inferir dichas acciones en sí mismos y en sus parejas, y el tiempo de reacción fue tanto menor cuanto más tiempo llevaban en apasionado enamoramiento.
Es interesante notar que aun cuando las diadas correspondían a amigos cercanos los tiempos de reacción no eran semejantes a los de las diadas apasionadas, lo que sugiere que es precisamente la relación amorosa la que facilita el entendimiento de las acciones observadas y no solo la cercanía.
Los autores atribuyen los resultados a la existencia de una facilitación implícita (implicit priming): las parejas enamoradas apasionadamente entienden la intención más rápidamente bajo ciertos estímulos. Es decir, la reacción ocurre a un nivel asociativo, no únicamente perceptual.
Estos hallazgos concuerdan con aquellas teorías que sugieren que 1) la incorporación y recuerdo de acciones motoras propias facilita el entendimiento de las acciones observadas en otros, y 2) que en las parejas apasionadamente enamoradas existe cierta incorporación mental de la media naranja en la representación mental propia. Es decir, es como si la representación mental del otro se incorporara en la auto-representación y se lograra una especie de expansión de la auto-representación.
Se ha sugerido que una especie de auto-expansión (o expansión de uno mismo) ocurre cuando experimentamos emociones intensas (como el amor apasionado) y entonces se crea una representación mental compartida de uno mismo y la pareja. Por otro lado, dado que las mismas áreas del cerebro parecen mediar el amor y la cognición corporizada Stephanie y su equipo apoyan la idea de que el amor apasionado podría mediar la cognición corporizada.
Más allá del aspecto romántico que implica adivinar los pasos del amado o amada, el estudio de Stephanie y su equipo nos proporciona información acerca de cómo los humanos codificamos y “representamos” las relaciones interpersonales. Es decir, el amor no es solo un estado emocional, si no un estado cognitivo en el que intervienen motivaciones cognitivas relacionadas con nosotros mismos.
El entendimiento de otros se basa (en parte) en mentalmente “experimentar de nuevo” acciones perceptuales, somato-viscerales y motrices y, al parecer, las acciones de otros son procesadas más rápidamente cuando han sido ejecutadas por quien amamos apasionadamente.
Stephanie y sus colaboradores sugieren que es importante ahora hacer experimentos similares en otro tipo de relaciones y otros estados de amor intenso como serían el amor maternal, así como las diferentes etapas dentro de una relación amorosa. Por supuesto, al equipo también le entusiasma la idea de obtener imágenes de resonancia magnética que permitan entender exactamente qué áreas del cerebro relacionadas con la cognición corporizada se activan durante experimentos similares y, por ejemplo, en participantes con relaciones amorosas poco satisfactorias.
Estudios de este tipo nos ayudarán a entender el desarrollo de la cognición corporizada en las relaciones amorosas, el papel de la facilitación implícita y, por lo tanto, el papel que dichos procesos cognitivos juegan en el entendimiento de otros.
Así como en una escena típica de Sex and the City, Stephanie, Nisa, Francesco y Scott seguramente se reunieron varias veces a discutir sobre el amor apasionado, incluso puede que lo hicieran durante el almuerzo. Cabe destacar que, al momento de escribir esta entrada, la redacción desconocía qué tan a la moda estuvieron los autores del estudio durante sus reuniones. 
 Discutiendo sobre relaciones durante el almuerzo. Autor desconocido.
Artículo de referencia:



ResearchBlogging.org

Ortigue, S., Patel, N., Bianchi-Demicheli, F., & Grafton, S. (2010). Implicit priming of embodied cognition on human motor intention understanding in dyads in love Journal of Social and Personal Relationships DOI: 10.1177/0265407510378861

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