Cualquiera que haya observado durante un par de horas a un grupo de babuinos habrá notado inmediatamente la burbujeante vida social que parecen llevar: mientras unos se acicalan, otros permanecen juntos o abrazados y otros más allá se alían con la víctima o el agresor de alguna trifulca. Cuando uno logra identificarlos individualmente y los observa durante más tiempo es posible comprobar que, en efecto, su vida es una telenovela: hay grupos o pares de amigas inseparables, el mejor amigo de uno se convierte de pronto en el acérrimo enemigo del otro y aquella hembra juvenil parece ser la mariposa social de la tropa. Observar los pormenores de la vida social en un grupo de animales puede ser muy divertido para el observador casual, pero para los estudiosos de la conducta social de los primates observarlos puede ser, además de divertido, intrigante. Por ejemplo, no es completamente claro –para empezar- porqué existen lazos sociales bien definidos y consistentes en varias especies de animales sociales. Existen dos hipótesis principales que tratan de explicar la vida en grupos: la primera, propone que la vida en grupos ayuda a que los miembros del grupo estén mejor protegidos de la depredación; la segunda, argumenta que es a través de la vida en grupos que sus integrantes incrementan el acceso a los recursos alimenticios y comparten la defensa y el conocimiento de las fuentes alimenticias. Ninguna de ambas hipótesis, sin embargo, explica la existencia de lazos sociales en los integrantes del grupo. Es decir, los integrantes de un grupo social pueden –en banda- defenderse de los depredadores o defender mejor una fuente de alimento, pero ¿cuál es la necesidad de socializar tanto y establecer incluso lazos “amistosos” entre si? Joan Silk, investigadora del Departamento de Antropología de la Universidad de California, ha dedicado buena parte de su vida académica a entender exactamente cómo, cuándo y para qué los primates establecen relaciones sociales. En la versión impresa de la revista Current Biology de este mes, ella y un grupo de ocho investigadores más publicaron un estudio que arroja luz sobre las consecuencias de las relaciones fuertes y consistentes entre un grupo de hembras de babuino chacma (Papio hamadryas ursinus). |
El resultado principal del estudio de Joan y su equipo es muy interesante: las hembras que forman relaciones sociales fuertes y consistentes viven más; dichas hembras tienen incluso una longevidad mayor que las hembras dominantes del grupo. Esto último es particularmente sobresaliente puesto que significa que cualquier pérdida que una hembra pudiera tener -digamos, en términos reproductivos- debido a su bajo rango en la escala jerárquica puede ser compensado mediante una efervescente vida social.
Hembras de babuino chacma limpiándose y estrechando lazos a través del acicalamiento. Fotografía de Guillermina Echeverría-Lozano. |
Para su estudio, los autores se valieron de información continuamente recopilada a lo largo de 16 años respecto a los acercamientos, vocalizaciones, conductas e interacciones afiliativas y agresivas entre las hembras de una tropa de babuinos chacma que habitan –y viven su telenovela local- en la reserva Moremi Game Reserve en el Delta del Okavango en Botswana. Con dicha información, obtuvieron un índice compuesto de socialización que tomaba en cuenta las conductas antes mencionadas y que además arrojaba información sobre quiénes eran las tres compinches principales durante cada año de estudio. Adicionalmente, evaluaron cuál era la consistencia de dichas relaciones principales analizando los cambios en ellas a través de los años. Según sus análisis, se encontró que las relaciones de las hembras variaban considerablemente en su fortaleza y en la consistencia de sus tres principales relaciones. Esta variación se relacionó con la longevidad de las hembras: aquellas que tenían relaciones más fuertes y consistentes con sus tres amigas principales vivieron significativamente por más tiempo que otras hembras. Interesantemente, la mayoría de las veces que las hembras cambiaron de “mejores amigas” año con año no fue debido a que la amiga en cuestión hubiera muerto. Esto sugiere entonces que ciertas hembras tuvieron una motivación más fuerte o fueron más hábiles para mantener una relación (o varias) en particular. Considerando que aquellas hembras que mantuvieron cerca a sus mejores amigas fueron las que presentaron una longevidad mayor hace pensar a Joan y su equipo que la selección natural debió haber favorecido en los babuinos chacma – y muy probablemente en otros primates- mecanismos conductuales que favorecieran el establecimiento y la permanencia de lazos sociales duraderos. El estudio de Joan y su equipo incrementa el cuerpo de evidencia que señala que las relaciones sociales tienen un valor adaptativo, y se suma a los estudios que lo sugieren en otros grupos. En cualquier disciplina científica es muy emocionante cuando varios estudios convergen señalando la importancia de una conducta en especial. Tal ha sido el caso de los estudios que, recientemente, han recalcado la importancia de las relaciones sociales y su efecto en la longevidad en humanos y ahora en primates. Es incluso notorio, recalcan Joan y colaboradores, que tanto en humanos como en babuinos los lazos sociales parecen –entre otras cosas- amortiguar los efectos a corto plazo de las situaciones de estrés; lo cual sugiere que en ambos grupos pueden existir procesos homólogos al respecto. Además, el estudio de Joan y su equipo, se ensambla perfectamente con un análisis previo llevado a cabo por la misma Joan Silk y otros colaboradores y que fue publicado hace siete años en la revista Science. En dicho estudio los autores encontraron que las hembras que tenían lazos sociales fuertes presentaban también un mayor número de crías sobrevivientes. Este resultado era también independiente del rango jeránquico de las hembras en cuestión. La longevidad per se no se traduce en un mayor éxito reproductivo, pero es un innegable componente de la adecuación Darwiniana. Es decir, la longevidad no garantiza una adecuación mayor, pero vivir durante más tiempo sin duda incrementa la probabilidad de un reproducción exitosa. Por lo tanto, el estudio aquí descrito y el mencionado en el párrafo anterior sugieren la acción de la selección natural en el desarrollo y el mantenimiento de los lazos sociales cercanos. Pero exactamente ¿cómo es que los lazos sociales incrementan la longevidad en los babuinos hembra? El estudio aquí descrito no responde a esta pregunta y, en realidad, no es una pregunta fácil de contestar. De hecho, tampoco es una pregunta fácil de contestar en estudios con humanos, aún cuando este tipo de sujetos de estudio pueden contestar cuestionarios. Tanto en primates como en especies de otros grupos, el número de factores involucrados se entremezclan de una forma difícil de desenmarañar. No obstante, es una pregunta que debe ser contestada. Por último, hay otro punto primordial que este estudio resalta: la importancia de los estudios ecológicos y conductuales a largo plazo. Los estudios a largo plazo permiten contestar preguntas que no es posible contestar con estudios financiados por unos cuantos meses o años. Los datos a largo plazo del grupo de Joan, han permitido contestar interesantes preguntas respecto a la evolución de la sociabilidad y proporcionarán, sin duda, respuesta a muchas preguntas más. Seguramente existe quien considere que el averiguar sobre los ires y venires de la vida social de un grupo de primates no puede ofrecer información meritoria. Nada más alejado de los alcances del quehacer científico -en general- y de la ciencia básica -en particular-: el estudio de Joan y su equipo contribuyó, entre otras cosas, con una invaluable pieza más al rompecabezas del entendimiento de nuestra propia naturaleza. Artículos de referencia: |
Silk, J., Beehner, J., Bergman, T., Crockford, C., Engh, A., Moscovice, L., Wittig, R., Seyfarth, R., & Cheney, D. (2010). Strong and Consistent Social Bonds Enhance the Longevity of Female Baboons Current Biology, 20 (15), 1359-1361 DOI: 10.1016/j.cub.2010.05.067
Alberts, S. (2010). Primatology: “A Faithful Friend Is the Medicine of Life” Current Biology, 20 (15) DOI: 10.1016/j.cub.2010.06.012
Silk, J. (2003). Social Bonds of Female Baboons Enhance Infant Survival Science, 302 (5648), 1231-1234 DOI: 10.1126/science.1088580
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