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miércoles, 3 de marzo de 2010

Los leones de Tsavo, una historia de deformaciones cráneo dentales e isótopos estables

El horror que provocaron los numerosos ataques de un par de leones en el año 1898 durante la construcción del Ferrocarril de Kenia-Uganda ha sido fuente de inspiración para tres películas y varios libros. Durante muchos años se ha especulado sobre las razones de la conducta poco usual de estos leones -en particular su extraño apetito por carne humana- así como el total de vidas humanas que cobraron.

Estos leones asolaron a un campamento de constructores ferroviarios durante 10 meses, mientras éstos participaban en la construcción de la parte correspondiente al puente del río Tsavo. Algunas estimaciones señalaban que la pareja de leones habría matado a 28 trabajadores ferroviarios además de un número no determinado de pobladores locales. Finalmente en diciembre de 1898 el coronel John Henry Patterson, supervisor de la construcción, cazó a los leones. Según sus cálculos los leones fueron responsables de la muerte de alrededor de 135 personas.

El par de míticos leones, ya en forma de alfombra, adornaron la casa de Patterson durante poco más de dos décadas. Después en 1924 las pieles fueron compradas por el Museo Field de Chicago donde los restos de los leones fueron reconstruidos y donde junto con sus cráneos originales actualmente forman parte de la exposición permanente. Aún hoy en día los leones se exhiben bajo el nombre que los hizo famosos: los devoradores de hombres de Tsavo.

Un estudio publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences a finales del año pasado develó varios de los misterios que rodeaban a esta perturbadora historia. Según el estudio de Justin D. Yeakel y sus colegas el número total de víctimas pudo haber alcanzado los 74, por lo que el estimado de Patterson de 135 fue tal vez un poco exagerado. También, sus análisis demostraron que solo uno de los leones era en realidad el principal devorador de hombres.

Esta información, al mas puro estilo de investigadores de escena del crimen (de existir se llamaría “CSI Tsavo”), la obtuvieron por medio del análisis de isótopos estables. Es decir, analizaron la presencia y proporción de variantes de elementos químicos, en este caso de carbono (C13, C12) y nitrógeno (N14 y N15) que obtuvieron a partir de los huesos, dientes y pelo de ambos leones. Cada vez que comemos algo, los elementos producidos por los vegetales o ingeridos por los animales que comemos son incorporados a nuestro cuerpo. Estos elementos pueden ser entonces rastreados puesto que han dejado en nuestros tejidos una “firma” isotópica.

El análisis de isótopos de carbono se realizó porque permite distinguir el carbono producido por plantas que realizan cualquiera de los dos tipos de fotosíntesis conocidos (C3 y C4 ) y que son almacenados en los tejidos de los herbívoros. El nitrógeno fue analizado porque su acumulación se incrementa de acuerdo con el nivel trófico del animal en cuestión y porque además permite hacer inferencias respecto al tipo de presas que son consumidas por dicho animal.

Por otro lado, el análisis de la dieta de un animal puede saberse con mayor detalle debido a que diferentes tejidos –como el hueso, los dientes y el pelo- presentan regeneración a diferentes tasas. Por ejemplo, el colágeno del hueso se regenera lentamente proporcionando información a largo plazo, mientras que el pelo proporciona información respecto a la dieta que el animal tuvo durante un cierto número de meses puesto que se produce de forma continua.

Los autores del estudio además de tomar muestras de los leones devora hombres de Tsavo (o lo que queda de ellos), tomaron muestras de músculo y piel de leones contemporáneos de la misma región para conocer la dieta de estos felinos. También, tomaron muestras de herbívoros contemporáneos de la misma región para poder “calibrar” la incorporación de elementos químicos en estos animales y husmear mas a fondo en la cadena trófica de la que forman parte los felinos de Tsavo.

Para incorporar a los análisis la presa por la que los leones fueron eliminados, Justin D. Yeakel y su equipo analizaron tejidos ancestrales (extraídos de tumbas tradicionales) y actuales de un grupo de pobladores de la región de Tsavo, los Taita, cuya dieta se basa en maíz y leguminosas.

Para poder considerar todas las variables involucradas, los autores utilizaron un modelo matemático que se llama algo así como “modelo de mezcla de isótopos estables” (stable isotope mixing model) y que permite determinar la contribución de varias fuentes alimenticias o tipos de alimentos a la dieta de un animal en particular. Estos análisis arrojaron varios resultados interesantes.

Resulta que uno de los leones devora hombres de Tsavo, catalogado en la colección del museo con el número 23969, se alimentó principalmente de herbívoros, de la misma manera que lo hacen los leones actuales. El otro león, catalogado con el número 23970, pasó de una dieta basada en herbívoros a una basada en herbívoros y humanos hacia el final de su vida. Los análisis realizados también permitieron al equipo de Yeakel calcular cuántos humanos fueron consumidos por ambos leones, arrojando un total máximo de 72 humanos. Es decir, bastante menos que los estimados por Patterson.

Los resultados interesantes no terminan ahí. Ambos leones presentaban deformaciones cráneo dentales, uno de ellos en forma severa, por lo que esto, aunado a los resultados arrojados por los análisis de isótopos, sugiere que ambos leones tenían dietas diferentes. Es decir, se habían especializado de forma individual.

Por otro lado, es probable que uno de los leones tuviera derecho de prioridad sobre las presas lo cual impidió que, por lo menos al principio, el otro león consumiera la misma proporción de humanos. Esto es notorio porque sugiere que la especialización dietaria de ambos leones estuvo relacionada con el derecho a las presas y posiblemente también con la falta de otro tipo de presas que prevaleció durante la construcción de la vía del tren. Los autores sugieren que este es el primer estudio en demostrar especializaciones alimenticias y que, a pesar de que su estudio se refiere a solo dos leones, es una ventana que nos permite ver la forma en la que se entremezclan el desarrollo de dichas especializaciones y la cooperación en poblaciones de este tipo de carnívoros sociales.

Así que como en toda investigación de escena del crimen que se precie de serlo, Yeakel y su equipo embonaron impecablemente las piezas del rompecabezas y además proporcionaron información que apoya la teoría de que los impedimentos físicos pueden ser un factor que contribuye a que ciertas especies de pantéridos depreden humanos con mayor frecuencia.

Figura 1. A) El coronel Patterson y el león 23970, B) y D) Deformaciones cráneo dentales de los leones 23970 y 23969, respectivamente, C) León 23969 y E) Restos ancestrales de pobladores Taita. Figura tomada de Yeakel JD. et al. 2009 (ver referencia completa abajo).

Articulo de referencia:
ResearchBlogging.org
Yeakel, J., Patterson, B., Fox-Dobbs, K., Okumura, M., Cerling, T., Moore, J., Koch, P., & Dominy, N. (2009). From the Cover: Cooperation and individuality among man-eating lions Proceedings of the National Academy of Sciences, 106 (45), 19040-19043 DOI: 10.1073/pnas.0905309106

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